Cuando se habla de transgénicos muchos argumentan que la comida orgánica es cara, que no está tan demostrado que sea perjudicial para la salud y que, por último, con tantos millones que aún mueren de hambre en el mundo no será tan malo masificar los cultivos.
Pero el tema tiene otras aristas esenciales para entender y tomar posición: ¿Quiénes son los dueños de esas semillas genéticamente masificadas?, ¿A quiénes beneficia la extensión mundial de esos cultivos y a quiénes perjudica la pérdida de las semillas que naturalmente nos han alimentado hasta ahora? En Chile hay más de 4.000 hectáreas ( de cultivos transgénicos MONSANTO de maíz (78%), raps (15%) y soya (7%), para consumo externo. Pero ahora la transnacional quiere más.
Primero, que parte de su historia hable por sí sola. MONSANTO es una multinacional cuyo historial se inicia hacia 1901 como distribuidor de sacarina y proveedor de edulcorante para Coca Cola; incursionó en los plásticos, las fibras sintéticas y la somatotropina bovina, hormona para aumentar la producción en vacas lecheras (leche, por cierto, que no se vende en Canadá ni la UE). Figura también un vergonzoso episodio como una de las industrias químicas que produjo el “agente naranja”, herbicida que se usó en la Guerra de Vietnam para destruir las selvas donde se escondía “el enemigo”, con consecuencias de 400.000 muertos y se asegura que medio de millón de nacimientos de niños con malformaciones.
Hoy son los principales productores de semillas transgénicas del mundo y de un cuestionadísimo herbicida en base a glifosato
Y aunque tienen presencia mundial, al menos en la UE hubo una buena noticia: debido a la alta resistencia de la población europea a los transgénicos, la acción de grupos ecologistas y muchos intentos fallidos por la obtención de licencias para cultivos, en mayo pasado Monsanto comunicó su decisión de irse de allí.
¿Dónde se centrarán ahora sus esfuerzos para ampliar mercados? America Latina. Ya están en México, Argentina y Brasil, mayoritariamente. Ahora vienen por Chile y los principales perjudicados serán los pueblos indígenas, nuestros pequeños campesinos.
Para entender lo que viene hay remontarse al 2011, con la aprobación por el Senado chileno de uno de tres proyectos de ley (“Convenio UPOV91*”), que le permite tomar semillas nuestras, hacerles alguna modificación genética y luego patentarlas a su nombre.
El siguiente movimiento es la venta -junto los fertilizantes y herbicidas- de semillas a los agricultores con la promesa de que son resistentes a todo tipo plagas. Con la semilla comprada se puede sembrar y cosechar solo una vez pues, además, se les prohibe guardar semillas para otras siembras a riesgo de que les confisques sus cosechas.
El problema es que los transgénicos “contaminan” y luego es muy difícil probar que otras cultivos y sus respectivas semillas no provienen de las aquellas manipuladas genéticamente.
Para ver el detalle de cómo se produjo la aprobación de UPOV91 ir a http://ar.globedia.com/ley-monsanto-saqueo-semillas-indigenas Allí hay pasajes increíbles, como la patente de quínoa chilena a nombre del padre de Ena von Baer; la ley que se aprobó a puertas cerradas en medio de la protestas por Hidroaysén y la impugnación ante el TC por los reclamos del mundo indígena.
El segundo de los tres proyectos de ley (de “Obtentores Vegetales”) se aprobó el lunes 29 de Julio de 2013 en la Comisión de Agricultura del Senado y será discutido por el pleno de la sala próximamente.
El tercero, que sellará nuestro destino, será la “Ley de Transgénicos”, que liberaría el cultivo en Chile, es decir, extenderá los cultivos ya existentes y los hará legales para consumo interno.
Ver más: “LOBBY Monsanto” www.elciudadano.cl/2013/05/25/69271/el-lobby-de-monsanto-en-chile/
*Convenio de la Unión Internacional de Protección Vegetal (UPOV): no es un convenio de Naciones Unidas, sino de las transnacionales que comercializan semillas. Da garantías de royalty por 15, 20, 25 años, por semillas híbridas y transgénicas; Prohíbe el libre intercambio de semillas, asegurando su control a los “obtentores”, o sea agroquímicas como Monsanto, Syngenta, Pioneer/Dupont y algunos socios menores como von Baer; Permite a las empresas demandar a quienes reproduzcan o “pirateen” sus semillas, como ocurre en EE.UU. y Europa.
*Para entrar en vigencia el UPOV91 requiere de la “Ley de Obtentores Vegetales” y la “Ley de Transgénicos”.
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