Por tercera vez fracasó la idea de crear un santuario debido a la oposición de Rusia, Ucrania y China, que tienen intereses pesqueros en la zona.
Tras diez días de tratativas en Hobart, isla australiana de Tasmania, los 25 países miembros de la Convención de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR, su sigla en inglés), además de la Unión Europea, no lograron llegar a consenso sobre la creación de un santuario marino en la Antártica, nuevamente por la oposición de Rusia, Ucrania y China.
Se trata del tercer fracaso de esta entidad, creada en 1982 para proteger los recursos de la región y a la que pertenecen Chile, Argentina, Uruguay y Brasil, entre otros países. El frágil ecosistema de la zona, amenazado por los intereses pesqueros y de navegación, pretende ser protegido con dos proyectos desde la última reunión anual de la Comission for the Conservation of Antartic Marine Living Resources, en noviembre de 2012, cuando fue bloqueada por objeciones de Rusia, China y Ucrania.
Por ello se citó a una reunión extraordinaria en julio de este año, celebrada en la ciudad portuaria de Bremerhaven, Alemania, pero la negativa de Rusia, otra vez dejó en suspenso la creación de los santuarios. A la reunión de ahora se llegaba con esperanza de lograr el acuerdo unánime de los 25 miembros, requeridos para crear la reserva, pero otra vez Rusia y China presentaron oposición.
Una de las propuestas (de EE.UU. y Nueva Zelanda) era crear una reserva en el Mar de Ross, de 1,34 millones de km2, hogar del bacalao antártico, que se comercializa como lubina chilena, bajo jurisdicción neozelandesa.
La otra (de Francia, Australia y Alemania) pretendían la creación de siete zonas marinas en la vertiente oriental del Océano Antártico, con una extensión de 1,6 millones de km2.
Ambos proyectos crearían la mayor reserva marina del mundo, poblada de cetáceos, mamíferos, pingüinos y peces endémicos, en total más de 16 mil especies. Todas amenazadas, pues a medida que las poblaciones de peces disminuyen drásticamente tras décadas de sobrepesca, los pesqueros emprenden su búsqueda cada vez más al sur.
“Este es un mal día para Antártica y lo océanos del mundo que desesperadamente necesitan protección”, señaló Andrea Kavanagh, director de Pew Charitable Trusts. El vicepresidente ejecutivo de esta organización norteamericana del medioambiente, Joshua Reichert, acusó por su parte: «La comunidad internacional se había reunido en Hobart para proteger zonas esenciales del océano Antártico, uno de los últimos ecosistemas inviolados del planeta, y Rusia optó por obstaculizar».
Farah Obaidulá, de Greenpeace, subrayó que este fracaso en Hobart «afecta la reputación de la CCAMLR» y pone de manifiesto la «interferencia de los intereses económicos y políticos en la protección de los océanos por el bien de las futuras generaciones».
Días antes de la reunión el Instituto de Política Estratégica de Australia (ASPI), un centro de investigación con sede en Canberra había señalado que era “difícil esperar un resultado positivo» de ésta, añadiendo en un informe que «Como una de las últimas regiones vírgenes, la Antártida merece reconocimiento, respeto y un compromiso especial por parte de los gobiernos que han decidido gestionarla».
Lo cierto es que a pesar de que este escenario esa previsible, defensores de los santuarios marítimos, señalaron antes de la reunión que no bajarían los brazos, incluso si se fracasaba en Hobart.
Ojalá.
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