El reciclaje salva vidas, alimenta, viste y educa en Perú

Basada en el voluntariado y cuidado del medioambiente a través del reciclaje, la ONG española “Madre Coraje” envía cada año al menos 24 contenedores de ayuda al país andino. La entidad es sobreviviente de la crisis de su país gracias en buena medida a que recicla ropa y aceite usados, cartuchos de tinta, radiografías, celulares, entre otros residuos, que tras ser vendidos se transforman en comida, medicina y educación.

El reciclaje no sólo es bueno para el medioambiente al darle más vida útil a elementos que de otra forma terminan en el vertedero. También puede ser sinónimo de comida, útiles escolares o medicamentos. Aunque parece increíble, es cierto. La ONG española “Madre Coraje” que colabora con comunidades pobres peruanas, tiene en el reciclaje y su venta posterior una de sus principales fuentes de financiamiento.

A pesar de la crisis que vive España y mientras muchas organizaciones no gubernamentales de ayuda han cerrado, “Madre Coraje” sigue en pie pues sólo un 13% de los recursos que necesita para funcionar provienen del Estado y el 87% es una suma entre las donaciones en especies de ayuda humanitaria y los dineros derivados de la venta de productos de reciclaje, que son un 24% de esos fondos.

Fue fundada en los ‘90 en Jerez por Antonio Gómez Moreno, hoy de 78 años y que acaba de recibir el Premio Estatal al Voluntariado, galardón que reconoce una labor que inició tras conocer casi por casualidad la situación de la infancia más carenciada del Perú en 1991. Había sido designado por la Unesco como director de un centro de investigaciones siderúrgicas cuando vio cómo pequeños buscaban comida entre la basura; supo que la esperanza de vida de ellos era de 12 años y unos 200 menores de 5 años morían cada año. Ya jubilado, al año siguiente regresó y creó “Madre Coraje”, apelativo en homenaje a la dirigente peruana María Elena Moyano, conocida popularmente con ese nombre y quien lideró la lucha contra la pobreza y fue asesinada en 1992 por Sendero Luminoso.

El cuidado del medioambiente a través del reciclaje es uno de sus pilares. La ONG está autorizada como entidad gestora de residuos urbanos, que la califica para recoger, clasificar y reciclar, a través de una red de contenedores instalados en distintas ciudades, entre ellas Madrid, Sevilla, Granada, Málaga, Huelva, Córdoba y Cádiz.

Los puntos verdes de papel y cartón son habituales en muchas urbes del mundo, pero lo más reciclado de este modo por ellos es aceite vegetal usado, que se vende para fabricar jabones y biodiesel; ropa y calzado, juguetes, bicicletas, celulares, radiografías, cartuchos de impresoras.  De vuelta, consiguen alimentos, ropa nueva, medicamentos, educación. La idea es simple: “Un gesto, un cambio”.

Una mirada rápida al volumen de ayuda del último año, que figura entre paréntesis, es aclaradora al respecto:

 

1 kilo de Ropa = 1 kilo de medicamentos (1.675.772 kg.)

1 Litro de Aceite = 1 kilo de útiles escolares (597.409 kg.)

1 kilo de cartuchos de tinta = 16 kilos de alimentos (16.646 kg.)

1 kilo de radiografías = 3 kilos de equipos médicos (13.641 kg.)   

1 kilo de celulares = 80 vasos de leche (58.170 kg.)

 

Desde su fundación “Madre Coraje” ha enviado a Perú más de 300 contenedores de ayuda humanitaria (que suman unos 40 millones de euros); además de realizar proyectos de desarrollo sostenible, como el abastecimiento de agua a un poblado andino, apoyo en crisis puntuales como terremotos y un buen número de iniciativas centradas en la educación en zonas campesinas.

Otro pilar importante es el voluntariado, item en el que tienen más de 1.400 colaboradores, a los que para empezar se les pide un par de horas a la semana. Ellos mismos se definen como una asociación de solidaridad. Antonio Gómez Moreno, el “padre” de “Madre Coraje” es muy claro respecto a lo que este concepto significa: “La mala conciencia –dice en entrevista con el diario El País- no se quita dando un litro de leche. No hay solidaridad si no te complicas la vida”.

Explica este físico e ingeniero que en la sociedad actual no sólo se derrocha dinero. Lo peor es el derroche de tiempo “sin ayudar a nadie. Si no utilizamos ese tiempo para salvar vidas, también somos responsables de las muertes. Es un tiempo criminal. Cuando das un minuto, das parte de tu vida”.

En España, la entidad organiza mercadillos para abastecer de productos básicos a gente de escasos recursos (a cambio de un aporte simbólico) y los voluntarios hacen huertas cuyos productos abastecen comedores sociales.

Pero su foco esencial es Perú. Y ante la crisis española, lo lógico hubiera sido quizás el fin de la entidad. Pero el modelo de financiamiento que desde su inicio se forjó, le permite mantenerse sin mayores contratiempos. Gómez Moreno admite el recorte de subvenciones estatales, pero con efecto menor comparado con otras instancias que simplemente han desaparecido. Y cada año siguen enviando a Perú “un mínimo de 24 contenedores, más de 400 mil kilos de ayuda humanitaria y financiamos 20 proyectos de desarrollo sostenible”, cuenta él.

La respuesta ante la pregunta de cómo lo hacen es simple: “Reutilizamos. Convertimos el aceite usado y contaminante a biodiesel”, –dice Gómez Moreno ejemplificando uno de los “gestos” que han hecho posible “cambios” de los que él y sus voluntarios son orgullosos responsables.