Su compañero murió atropellado en una avenida de la ciudad china de Yinchuan, el pasado 22 de diciembre. Seguramente recorrieron juntos las calles en busca de comida, pues él -que en la prensa han llamado “el buen samaritano”-, no lo dejó solo ni al final. Se quedó junto al cuerpo por muchas horas, resistiendo temperaturas bajo cero. Algún vecino conmovido, instaló junto a ellos un piso para que los automovilistas tuvieran precaución. Todo finalizó cuando un comerciante de la zona retiró al animal fallecido y lo enterró, situación que el buen perro fiel también presenció.
Unos meses antes, otro can daba lecciones de compasión: enterró a un perrito muerto con su hocico, no con las patas.
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