Unos 80 restaurantes participan en la iniciativa que se anticipa a la entrada en vigencia de leyes que castigarán con multas a establecimientos pequeños que no reciclen. Ya lo hacen supermercados y las grandes empresas de alimentos. Francia intenta ponerse al día en el tema.
Adelantándose a una severa ley ambiental que obligará a reciclar los desechos orgánicos, un grupo de 80 restaurantes, hoteles y empresas de alimentos parisinos se unieron en un proyecto piloto que transformará todos los restos de comida en biocombustibles para producir electricidad, calefacción y abonos naturales para granjas de las afueras de la capital francesa.
La idea es evitar la incineración de los desperdicios, reducir los vertederos y la emisión de gases de efecto invernadero que produce la descomposición, al tiempo que se aprovechan los beneficios del biogás y el compost. Lanzada a mediados de febrero, la iniciativa quiere ganar experiencia antes de que entre en vigencia en 2016 una normativa que obligará a uno de cada 5 establecimientos de comida a reciclar la basura orgánica para evitar multas de hasta 75 mil euros.
Impulsor de la iniciativa fue el dueño de un pequeño bistró de 50 mesas, que al año produce 5 toneladas de desechos orgánicos, quien cuenta que los restaurantes asociados están felices de que alguien recoja su basura y le dé buen uso, además dice que la respuesta positiva de los clientes también es una motivación.
En los próximos seis meses se recogerían más de 200 toneladas de residuos, mientras se espera que al proyecto (de 450 mil euros, financiados en parte por la Agencia de Medio Ambiente francesa), se unan otros 25 mil restaurantes. Más adelante se implementaría en otras ciudades del país.
LEYES MÁS DURAS
En Francia desde 2012 la ley obliga a las empresas que producen más de 120 toneladas de residuos orgánicos al año a reciclar, con lo cual ya lo hacen las grandes cadenas de supermercados como Carrefour y empresas como Danone. Pero la intención es incluir cada vez más establecimientos pequeños, como casinos, hospitales y otros.
La legislación se endurece desde este año y va dirigida a quienes produzcan 40 toneladas de residuos orgánicos al año y a partir de 2016 se rebaja hasta 10 toneladas por año. Esta última cifra equivale a unos 33 kilos diarios, lo que abarca una quinta parte de los restaurantes en Francia.
«Desde 2016, el número de restaurantes cubiertos por el presente Reglamento se incrementará de manera exponencial», dicen desde la empresa Bionerval, que tiene cuatro plantas de biogás en Francia, con capacidad para 40 mil toneladas por año. Hoy procesan sólo 5 mil toneladas de 700 restaurantes, además de algunos bares y escuelas, pero esperan que el volumen crezca rápidamente.
Los costos de recolección son de 200 euros por tonelada, más 60 a 80 euros por “metanización”, proceso que se realiza en tanques de gran tamaño donde bacterias convierten los desechos en gas metano, el que luego es quemado en turbinas para producir electricidad, mientras los restos se transforman en fertilizantes.
Los encargados dicen que se trata de la primera iniciativa significativa en el área, donde se reconoce que Francia va muy atrás en relación a algunos de sus vecinos, como Alemania, Austria, Dinamarca y Bélgica, donde el reciclaje de orgánicos es obligatorio para hogares y establecimientos comerciales.
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