Marihuana causa estragos ambientales, denuncia ONG marroquí

Mientras en países más desarrollados la discusión gira en torno a la legalización y beneficios terapéuticos, en Marruecos es un monocultivo que ha devastado bosques, arruinado la tierra, agotado y contaminado los acuíferos con fertilizantes.

Ni los beneficios terapéuticos de la marihuana ni el debate de si es aconsejable su legalización, son parte de lo que viven en las regiones del Rif, donde la producción de cannabis ha sido históricamente importante y de hecho tiene a Marruecos como el principal productor mundial de hierba (procesada para hachís) desde 2001. Allí el colectivo el ecologista AZIR denuncia que sus cultivos han causado verdaderos desastres en el medio ambiente.

AZIR trabaja desde 1996 en el desarrollo sostenible y la educación medioambiental en el Rif y allí, una zona montañosa con costa en el Mar Mediterráneo y que tiene territorios en España y Marruecos, la cannabis es el principal cultivo y responsable de la destrucción de los bosques, pero también de los suelos y acuíferos que se han ido agotando.

SIGLOS DE CULTIVO

Según informa el medio local, Afriquinfos, la hierba estuvo prohibida durante tres años en la historia de la región, entre 1923 y 1926, pero allí hace seis siglos que viven del kif, como se la llama en lengua rifeña. En 1956 se autorizó su cultivo en cinco poblados, pero en los hechos va más allá. En 2003 había 135 mil hectáreas plantadas, hoy sólo 47 mil, pero sigue teniendo graves consecuencias.

El director de AZIR, Mohamed Anadalusi dice que a los cinco años de la tala de un bosque, la capa de suelo fértil desaparece y aparece la roca, que ha llevado al Rif a tener el récord mundial de erosión y pérdida de enormes extensiones de tierra fértil. Esta tierra deforestada no puede absorber las lluvias; que corre arrastrando piedras y lodo, causando frecuentes inundaciones. Y en las zonas de los valles el kif -que requiere mucho agua y fertilizantes- ha agotado los acuíferos, además de contaminarlos.

MONOCULTIVO

Leyes poco eficaces para proteger los bosques (alcornoques y cedros) y la conveniencia económica de los campesinos, conspiran para detener lo que a estas alturas es un monocultivo, que se procesa para convertirse en hachís o resina en los mismos campos. Pero los cultivadores, unas 90 mil familias, están lejos de ser ricos, la mayor parte de las ganancias –calculadas en 14 mil millones de dólares al año- queda en manos de las mafias.

Según declara Andalusi a la Agencia EFE, consignadas en el diario ABClos mercados se surten de productos extranjeros, ni siquiera papas o tomates son locales: «Somos totalmente dependientes del mundo exterior, porque ¿quién va a perder tiempo cultivando patatas con lo mal que se pagan? ¡Prefieren cultivar kif!». Además, se están perdiendo los conocimientos ancestrales de la agricultura y productos tradicionales.

El ecologista acusa que el Corán prohíbe beber alcohol a los musulmanes, pero los imanes guardan prudente silencio sobre el kif. La autoridad hace patrullajes esporádicos, lo mismo que algún decomiso, que genera perturbación social, pero está lejos de acabar con el problema. Entre todo, el suelo y los bosques quedan muy lejos de las preocupaciones más urgentes.

En Túnez, país cercano, existen estrictas leyes contra la marihuana y se ha levantado un movimiento para despenalizar el consumo y tenencia, que castiga con cárcel de hasta tres años a traficantes, además de 2.250 euros de multa; y 1.350 euros para los consumidores.

Allí el consumo ha ido en aumento y las penas duras no ayudan, según defienden los activistas de Al Saijin 52 (prisionero 52, en alusión al número de la ley que la penaliza). Una tercer parte de los 11 mil  presos de Túnez lo está por abuso de cannabis, lo mismo que la mitad de los procesados y en custodia, incrementando el hacinamiento carcelario.