Científicos en picada contra plan de gobierno que pretende “salvar” Gran Barrera de Coral

“Este plan no restaurará el arrecife, ni siquiera mantendrá su estado ya disminuido”, dice la comunidad científica, que lo acusó de cortoplacista, para evitar que el ícono de Australia caiga al Listado de Patrimonios en Peligro. Ignora la principal amenaza, el cambio climático, advierten.   

El cambio climático, la mala calidad del agua, el desarrollo costero y la pesca amenazan la salud de la Gran Barrera de Coral, ícono de Australia. Pero el plan gubernamental que pretende salvarla del declive, proyectado al 2050, no aborda eficazmente ninguna de estas presiones, advirtieron ayer miembros de la Academia Australiana de Ciencias.

Absolutamente escépticos de estas disposiciones, los científicos hicieron pública su posición, luego de haber realizado una presentación con sus reparos al gobierno central y de Queensland, que tienen jurisdicción sobre este Patrimonio de la Humanidad (1981), con una extensión de 2.300 kilómetros y hábitat de 600 tipos de coral, islas de manglares, 3.000 variedades de moluscos, 1.625 tipos de peces, 133 variedades de tiburones y más de 30 especies de ballenas y delfines, además de tortugas marinas.

«La ciencia es clara, el arrecife se degrada y su condición está empeorando. Este es un plan que no va a restaurar el arrecife, que ni siquiera se mantendrá en su estado ya disminuido», dijo sin ambages, el profesor Terry Hughes y fue algo más allá: “es más que decepcionante ver que la mayor amenaza para los arrecifes –el cambio climático- es virtualmente ignorado en este plan”.

Varias investigaciones han alertado del deterioro de la Gran Barrera. Apenas dos grados de aumento en la temperatura media del planeta puede implicar su desaparición en los próximos 27 años, pues el impacto es doble; aumentan la temperatura del mar y también su acidificación debido al dióxido de carbono en la atmósfera. El calor, además, daña las algas de las cuales se alimenta el coral y le otorga su color característico.

NEGACIONISTAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Es conocida la postura negacionista del cambio climático del primer ministro australiano Tony Abbott, quien ha tildado de basura a la ciencia que la estudia y hasta ha sido objeto de protestas unipersonales; este año la actriz inglesa Emma Thompson se fotografió en el Ártico con un cartel que decía: “Tony Abbott el cambio climático es real. Estoy parada en él!

El antecedente permite entender la autorización, en diciembre de 2013, para ampliar el puerto de carbón de Abbot Point y el vertimiento de unos 3 millones de metros cúbicos de dragados al parque marino donde está la Gran Barrera. En el horizonte miran la posibilidad de transformarse en los mayores exportadores de carbón del mundo.

La feroz oposición de los grupos ambientalistas y la advertencia de Naciones Unidas de pasar este monumento natural al listado de sitios patrimoniales en peligro, hizo retroceder al gobierno local y central, que ha decidido tirar los desechos en una zona aledaña… de valiosos humedales (Caley Valley) y sin estudios de impacto ambiental.

Hoy la pelea “verde” también es defender los humedales, que actúan como vivero para los peces y 40 mil aves: “Los gobiernos de Abbott y Newman se dieron cuenta que la comunidad no iba a dejar que viertan residuos de dragado en la Gran Barrera, por lo que ahora han pasado a la segundo opción más sucia y barata y cerrando los ojos a los impactos ambientales”.

CORTOPLACISTA

A estas situaciones se refieren los científicos australianos cuando dicen el plan gubernamental no aborda las cuestiones fundamentales de gobernanza de los arrecifes, que incluyen los conflictos de interés y la falta de supervisión. Dicen que las posibles mejoras producto del plan “son susceptibles de ser inundadas por cantidades sin precedentes de dragado de los puertos de carbón y por los planes de duplicar la producción agrícola”.

Acusan al plan de estar enfocado en “hacer frente a las preocupaciones de la UNESCO sobre la Lista de Patrimonio en lugar de los desafíos a largo plazo de restauración de los arrecifes”. Y son más claros: “el futuro de este tesoro nacional, que genera más 5 mil millones de dólares anuales para la economía australiana, depende de una menor escorrentía y de dragado, menos emisiones de carbono de los combustibles fósiles y menos presión de la pesca”.

Actualmente y debido a recientes cambios legislativos, Australia no tiene ninguna política de reducción de emisiones de carbono, dicen los científicos, lo que impone una presión cada vez mayor a al gran arrecife.