La mayor caída se registra en América Latina. La demanda humana de bienes y servicios hacia la naturaleza ha aumentado un 50% más de lo que la Tierra es capaz de renovar. Son algunas de las advertencias del Informe Planeta Vivo 2014, publicación de WWF que cada dos años entrega una visión global de la salud de los ecosistemas.
En menos de dos generaciones humanas, el tamaño de las poblaciones de animales vertebrados se ha reducido a la mitad. Esa es una de las malas nuevas que trajo el último Informe Planeta Vivo, que el Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF, publica cada dos años y que muestra la huella ecológica de la humanidad –las demandas de la población hacia la naturaleza- en incesante escalada al alza.
En conjunto, la pérdida de biodiversidad y una huella insostenible amenazan la naturaleza y a la humanidad toda. En los últimos 40 años se está demandando al Planeta un 50% más de lo que la naturaleza es capaz de renovar. De hecho, haría falta un planeta y medio para satisfacer todas nuestras “necesidades”. Y ante ello, la única salida posible es consumir y producir de manera sostenible.
LA BIODIVERSIDAD, EL BARÓMETRO
El Índice Planeta Vivo, IPV, que mide más de 10.380 poblaciones de mamíferos, reptiles, aves y peces ha disminuido un 52% desde 1970. Esto significa que la biodiversidad, señalada en la publicación como el barómetro “de lo que le estamos haciendo al Planeta”, se está reduciendo en todas partes. Pero con mayor intensidad en las zonas tropicales, donde el IPV fue de un 56% entre 1970 y 2010, mientras que el de zonas templadas llegó a un 32%.
América Latina presenta la disminución más dramática de biodiversidad, con una caída del 83% y cuyas causas están en caza y pesca no sustentable que ha degradado los hábitats. Aquí, el cambio climático se presenta como la siguiente mayor amenaza para sus poblaciones en el futuro.
En detalle y durante el periodo estudiado, las especies terrestres disminuyeron un 39% debido a la pérdida de hábitats –para dar uso a la tierra destinada a agricultura, desarrollo urbano y producción de energía-, seguido de la caza. Las especies de agua dulce mermaron un 76% a causa de la fragmentación de su hábitat –las represas y los sistemas de riego tienen un gran impacto en ellas; además de la contaminación y las especies invasoras (introducidas por el hombre). Las especies marinas disminuyeron un 39%, con descensos más acentuados en los trópicos y el Océano Antártico; entre las más afectadas están las tortugas marinas, tiburones y aves migratorias como el albatros viajero.
LA HUELLA…
“El ‘exceso ecológico’ es posible por ahora –dice el informe- porque podemos talar árboles a mayor velocidad que el tiempo que requieren para madurar, pescar más peces de lo que los océanos pueden reponer o emitir más carbono a la atmósfera del que los bosques y océanos pueden absorber. Las consecuencias son una reducción de los recursos y acumulación de desechos a tasas mayores de las que se pueden absorber o reciclar”.
Los avances tecnológicos, los insumos agrícolas y el riego han aumentado el rendimiento de las tierras agrícolas, aumentando la biocapacidad del planeta de 9.900 a 12.000 millones de hectáreas globales (hag) entre 1961 y 2010. Sin embargo, en el mismo periodo la población aumentó de 3.100 millones a casi 7 mil millones, reduciendo esta biocapacidad de 3.2 hag a 1.7 hag. Entretanto, la Huella Ecológica per cápita (todos los bienes y servicios ecológicos que demanda la humanidad), aumentó de 2.5 hag a 2.7 hag.
En otras palabras hay menos para repartir. Y el escenario espera para 2050 un estimado de 9.600 millones de habitantes y para 2.100 unos 11 mil millones.
Si seguimos degradando el suelo, contaminando y desperdiciando el agua dulce… no llegamos. “Usamos los regalos de la naturaleza como si tuviéramos más de un planeta a nuestra disposición. Al tomar de los ecosistemas y procesos naturales más de lo que ellos pueden reponer, estamos poniendo en riesgo nuestro futuro”, advierte Marco Lambertini, director general de WWF.
Agrega que la protección de la naturaleza pudiera parecer un lujo en un mundo donde tantos viven en la pobreza. Pero es lo contrario, “para muchos de los más pobres es tu tabla de salvación”. Nadie puede desconocer que lo que todos necesitamos es agua fresca, aire puro y alimentos nutritivos. “La conservación de la naturaleza y el desarrollo sostenible van de la mano… tienen que ver con conservar la vida y salvaguardar el futuro de la humanidad: nuestra economía, seguridad alimentaria y estabilidad social”.
ALGUNOS DATOS:
– El C02 emitido por la quema de combustibles fósiles representaba el 36% de nuestra Huella de Ecológica mundial en 1961. En 2010 éste llegó al 53%.
– En 2010 la Huella Ecológica Global fue de 18.100 millones de hectáreas globales (hag) per cápita. La biocapacidad de la Tierra (lo efectivamente disponible para proveer estos servicios) fue de 12.000 millones de hag; o sea 1.7 hag per cápita.
– Los 25 países con mayor Huella Ecológica son aquellos de ingresos altos; y su mayor componente es el C02. Los países pobres tienen menor Huella Ecológica, pero sufren mayores pérdidas de ecosistemas.
– Comparados los niveles de biodiversidad, los países con altos ingresos presentan un aumento de 10%, países con ingresos medios una disminución de 18% y países con bajos ingresos una disminución de 58%. Estas cifras enmascaran una pérdida de biodiversidad a gran escala antes de 1970 en Europa, Norteamérica y Australia.
SOLUCIONES
-Preservar el Capital Natural: restaurar ecosistemas dañados, detener pérdida de hábitats prioritarios, expandir áreas protegidas.
– Producir Mejor: reducir insumos y desperdicios, gestionar de manera sostenible, aumentar producción de energía renovable.
– Consumir de manera Inteligente: adoptar estilos de vida de bajo impacto y patrones de consumo de alimentos saludables, usar energía sostenible.
– Reorientar los Flujos Financieros: valorar la naturaleza y los costos ambientales y sociales, apoyar y recompensar la conservación, gestionar los recursos de manera sostenible.
– Gobernanza Equitativa de los Recursos: compartir los recursos disponibles, tomar decisiones ecológicamente informados, medir el éxito más allá del PIB (Producto Interno Bruto).
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