Mientras hoy la Academia Sueca premió a los creadores de la luz LED azul, que permitió pasar a la luz blanca de ahorro energético y no contaminante, otros 11 ganadores del Nobel se reúnen en Hong Kong para abogar por un cambio. “Estamos preparados para hacer más daños a la Tierra en los próximos 35 años de los que hemos hecho en los pasados 1.000”, señaló uno de ellos.
La invención de la luz LED de diodo azul “que ha permitido las fuentes de luz blanca de ahorro energético y amigables con el medioambiente”, según dijo la Academia Sueca, son la razón de la entrega del Nobel de Física 2014 a sus tres responsables, los profesores de origen japonés Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura (este último nacionalizado estadounidense).
Una de las intenciones de Alfred Nobel era que los premios distinguieran a quienes colaboraban con su trabajo científico beneficiando a la Humanidad y la creación de la luz LED “es una nueva luz para iluminar el mundo”, señaló el comité: “Su invento fue revolucionario. Las bombillas de luz incandescente iluminaron el siglo XX; el siglo XXI será el de las bombillas LED”.
Durante el anunció del premio se explicó que esta tecnología, con los colores rojo y verde data de los años 60, pero sólo 30 años después, en los ’90, los profesores galardonados lograron construir el diodo para emitir luz azul. Combinando los tres colores, fue posible llegar a la luz blanca que hoy está presente en las pantallas de los teléfonos móvil, flash de cámaras fotográficas, luces de automóviles y ampolletas de ahorro energético que iluminan nuestras casas.
Las luces LED (light-emitting diodo) permiten transformar la electricidad directamente en luz y de allí el ahorro energético. En las luces incandescentes, la electricidad calienta el material y éste se ilumina con la temperatura, con lo cual solo una parte de la energía se usa para producir luz. Hoy las LED más avanzadas llegan a 300 lumen (flujo luminoso) por vatio, frente a los 16 de las ampolletas incandescentes y 70 de los fluorescentes. Respecto a la duración, las LED pueden llegar a 100 mil horas encendidas, las incandescentes mil y las fluorescentes 10 mil. Además, y a diferencia de las bombillas tradicionales, no utilizan mercurio, material altamente contaminante.
“Puesto que alrededor de una cuarta parte del consumo mundial de electricidad se utiliza para fines de iluminación, las LEDs contribuyen al ahorro de recursos de la Tierra”, señaló la Academia, agregando que éstas tienen un potencial para aumentar la calidad de vida de más de mil quinientos millones de personas del mundo que carecen de acceso a la electricidad; dado su bajísimo consumo pueden ser alimentados de forma barata por paneles solares.
11 PREMIOS NOBEL POR UN CAMBIO
Seguro sin proponérselo, uno de los 11 Premios Nobel que a partir de ayer se reúnen en Hong Kong para promover un consumo responsable e inteligente a la humanidad, mencionó justamente las luces LED como ejemplo de una de las tecnologías bajas en carbono que se deben fomentar para alcanzar un impacto global.
El físico George Smoot, co-galardonado en 2006 por sus investigaciones sobre el Big Bang, subrayó que tan importante como el invento es su masificación y la comprensión de sus beneficios por parte de la gente. “Una gran innovación no es suficiente, debe ser adoptada y ampliamente utilizada para tener mayor impacto y éste comienza con la comprensión general… hasta que la gente pase de las viejas bombillas incandescentes a las nuevas, el impacto es menor”.
Coincidiendo con la temporada anual de entrega de premios, los científicos se dan cita hasta el 13 de octubre para alertar sobre la amenaza que el consumo irresponsable implica al planeta. Según varios de ellos, la situación es catastrófica. Para el co-ganador del Nobel de Medicina 1996, Peter Doherty, la lista de enfermedades planetarias es larga y va en aumento: calentamiento global, deforestación, degradación de suelo y agua, acidificación oceánica, contaminación química y medioambiental, enfermedades desencadenadas.
Según plantearon, esta crisis empeorará a menos que consumidores, empresas y políticos tengan en cuenta este impacto en cada decisión. “Estamos preparados para hacer más daños a la Tierra en los próximos 35 años de los que hemos hecho en los pasados 1.000”, dijo el astrofísico Brian Schmidt, co-titular del Nobel de Física 2011 por investigaciones sobre la aceleración del proceso de expansión del universo.
“El peligro es inminente”, señaló refiriéndose al exponencialmente creciente consumo de recursos para 9 mil millones de seres humanos que seremos en 2050, “todos queriendo tener una vida como la del mundo occidental”.
Y no se trata sólo de preservar animales y plantas. Según la israelí Ada Yonath, co-Nobel de Química 2009, el uso indiscriminado de antibióticos, que ha generado resistencia de las bacterias a los medicamentos “es un desafío clave en la sostenibilidad para el futuro de la humanidad”.
Los científicos plantean que la humanidad está viviendo por encima de sus posibilidades. Dicen que el impacto climático podría desestabilizar a una gran parte de ella y para evitarlo se deben eliminar rápidamente los combustibles fósiles y apostar por energías limpias. Y tan importante como lo anterior, que estas tecnologías lleguen igual de rápido a las economías emergentes; la dependencia de los fósiles sólo alimenta su ascenso a la pobreza, señalan.
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