Cuando la gente está dispuesta a proteger la naturaleza y la voluntad política se traduce en una legislación fuerte, la protección de la vida silvestre es posible. Un nuevo modelo de “conservación” ha demostrado que la co-existencia de estos depredadores con los humanos en el mismo territorio es viable.
Con adecuadas políticas y un poco de voluntad, la coexistencia entre humanos y animales en un mismo territorio es posible. Esta es una de las conclusiones que entrega un estudio sobre los grandes carnívoros en Europa que, contra todo pronóstico, muestra aumento en sus poblaciones y en la superficie de territorio que ocupan fuera de las áreas protegidas destinadas a conservación.
Realizada por científicos de una veintena de países, la investigación que hoy publica la revista Science analiza las poblaciones de osos pardos (Ursus arctos), lobos grises (Canis lupus), linces boreales (Lynx lynx) y glotones (Gulo gulo) en toda Europa, excepto Rusia, Biolorrusia y Ucrania. Y señala que al menos una de estas especies ocupa una tercera parte del continente, un territorio de 1.5 millones de km2.
Según el estudio, coordinado por Iniciativa Europea de Grandes Carnívoros (LCIE), perteneciente a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), en la actualidad hay 17 mil osos, 12 mil lobos, 9 mil linces y alrededor de 1.250 glotones, en áreas densamente pobladas, con paisajes muy modificados, explotados y fragmentados por la infraestructura humana.
En promedio, los lobos viven en territorios con una densidad poblacional de 37 personas por km2, el lince en áreas con 22 personas por km2, los osos en espacios con 19 personas por km2 y los glotones (una especie de oso pequeño que vive al norte de Escandinavia y Finlandia) con una media de 1.4 personas por km2.
Se trata de un enorme éxito de recuperación, luego de un largo tiempo –desde comienzos y hasta mediados del siglo pasado-, en que estas especies fueron prácticamente exterminadas y sufrieron la pérdida de sus hábitats. Además, en contraste con otras partes del planeta, donde especies similares están restringidas a parques nacionales y áreas silvestres.
“Es una sorpresa que hayamos conseguido esto en una Europa llena de gente. Y además este estudio confirma que tenemos las claves para lograr la conservación”, señalan desde la Fundación Oso Pardo, que trabaja por la conservación de la especie en la zona de Cantabria y los Pirineos (Península Ibérica) y también participó en el estudio.
¿CÓMO SE LOGRÓ?
“Las razones de este éxito de conservación incluyen una legislación protectora, el apoyo de la opinión pública y una variedad de prácticas que hacen posible la convivencia entre los grandes carnívoros y las personas. La situación europea revela que ambos pueden compartir el mismo paisaje”, se señala en Science.
Los investigadores señalan que pieza fundamental en las políticas de protección de la biodiversidad en Europa, ha sido la Directiva Habitats, aprobada en 1992, que mediante sanciones, subvenciones, la Red Natura 2000 de espacios protegidos y una normativa conservacionista, ha logrado sentar las bases para una legislación proclive a la preservación de fauna y flora.
La Directiva Habitats funciona y obliga a los Estados miembros a proteger y recuperar especies en declive. Así se han recuperado bosques y con ellos el hábitat de muchos de estos animales. Pero además se han adoptado medidas como el pago indemnizatorio a la población rural por los daños que los animales puedan causar a la ganadería y el apoyo financiero para protección del ganado con cercos eléctricos, por ejemplo, que evita que los campesinos disparen a los depredadores.
También se mencionan como factores del éxito, la estabilidad política y ausencia de conflictos sociales; en suma: instituciones fuertes que gestionan el desarrollo sostenible de la naturaleza y una concientización social que ha redundado en una opinión pública favorable a la conservación.
Claro que este lento progreso no ha estado, ni estará exento de conflictos. “No estoy diciendo que es una historia de paz y amor –la convivencia a menudo significa conflicto-, pero es importante manejar ese conflicto, mantenerlo en nivel bajo y resolver los problemas que causa. Los lobos pueden ser vecinos difíciles”, señala Guillaume Chapron, autor principal del estudio y miembro del LCIE.
Y es que una de las gracias del modelo implantado en Europa, a diferencia del norteamericano que postula áreas silvestres muy lejos de la población humana, es que plantea un “reparto de tierra” y la conservación se produce en los mismos paisajes que la gente utiliza para vivir trabajar o hacer recreación. “Con el fin de tener lobos no necesitamos sacar a la gente del paisaje”, ilustra Chapron.
“Esta historia de éxito europeo de conservación tiene un importante mensaje para el resto del mundo, que se pueden sostener poblaciones importantes de vida silvestre, incluso en paisajes muy modificados”, dice John Linnell de LCIE.
Los investigadores son conscientes de que estos grandes depredadores –perseguidos en toda la historia de la humanidad- despiertan temores y evocan casi ancestrales enfrentamientos. Y son claros en señalar que hay que tener siempre en cuenta a los humanos, en cuanto a no afectar su economía ni propiedades, pero enfatizan que hay que enseñar a la población. Su preservación, más que su condena a la extinción, puede crear empleos y generar rentabilidades.
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