El otro legado de “Pepe” Mujica

Fueron cuatro años en la Presidencia de Uruguay, que dejará el 1 de marzo próximo. Pero más allá de su gestión política, su paso el 2014 por la escena internacional deja la huella de un hombre que no escondió su sencilla forma de vida -a resguardo de cualquier tipo de consumismo- y una austeridad que lejos de avergonzarlo muestra un paradigma muy distinto al que siguen los líderes del mundo. 

«La naturaleza tiene un límite y no se puede agredir a la atmósfera permanentemente, no se puede despreciar el medio ambiente». La frase no pertenece a un ambientalista ni a un activista ‘verde’ hiperventilado. La transmitió a todo el mundo quien es mal llamado “el presidente más pobre del mundo”: José Mujica, 79 años, uruguayo, de profesión agricultor, un ex guerrillero tupamaro que estuvo 14 años en prisión y que logró llegar a Presidente de Uruguay, dando muestra de que desde todo lugar se puede ayudar a crear conciencia sobre la necesidad de cuidar el planeta.

Este es el entorno de la casa del Presidente. Y estos sus compañeros.

Este es el entorno de la casa del Presidente. Y estos sus compañeros.

Lo viene diciendo desde hace ya tiempo y eso lo ha llevado a ser considerado una voz relevante en el concierto político mundial.  En la cumbre de Nairobi de este 2014 que recién termina, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo lo mismo pero con otras palabras: el consumo actual de recursos naturales es “insostenible».

Y desde su cargo Mujica ha dado varios ejemplos de cómo hacer hechos sus dichos: a pesar de ser la autoridad máxima no vivió en la residencia presidencial en Uruguay sino en su austera y humilde casa de campo, con su mujer Lucía Topolansky, también ex tupamara, actual presidenta del Senado uruguayo, y con quien no tuvieron hijos… si una perrita manca que los acompaña fielmente, entre otros quiltros.

HUERTA EN LA CÁRCEL

Con su mujer cultiva flores en su chacra en Rincón del Cerro: una granja situada a unos veinte minutos de Montevideo, capital del país que gobierna desde el año 2010 y hasta el próximo primero de marzo.

Parte de su casa por dentro.

Parte de su casa por dentro.

Lo de las flores viene de su madre y de la huerta de la cárcel donde lo mandaron para sacarlo de la depresión en que cayó a raíz de su brutal encierro por ser guerrillero tupamaro. 

El trabajo con la tierra lo volvió a la vida. Y cuando ya llevaba siete años preso lo dejaron leer y se dedicó a revistas sobre cultivos.

Después contaría que hablaba con las plantas. “Por supuesto que no estoy diciendo que realmente hablé con ellas, sino que trato de interpretarlas”, explica en su más exitosa biografía, escrita por el periodista uruguayo  Miguel Ángel Campodónico.

“Hay una multitud de lenguajes, de señales, que naturalmente a partir del momento que los conozco me despiertan admiración. Son todas formas organizadas por la naturaleza para mantener la lucha por la vida. Un terrón debe ser un laboratorio entero, tan complicado que el hombre no está ni en condiciones de remedarlo”, declara.

Su viejo volkswagen ya es un ícono. Le han ofrecido 1 millón de dólares por él. Pero no lo vende.

Su viejo volkswagen -aquí en su garage- ya es un ícono. Le han ofrecido 1 millón de dólares por él. Pero no lo vende.

Y sentencia: “No tengo religión, pero soy casi panteísta: admiro la naturaleza”.

En su primer discurso en el Palacio Legislativo, cuando lo nombraron ministro de Agricultura, habló sobre el tema del pasto. Y del pasto pasó a la vaca que se comía al pasto. Y de la vaca pasó al país ganadero que es Uruguay. Su labor como ministro, a pesar de no tener estudios universitarios ni de gestión, dieron cuenta de su manejo político.

DE ALPARGATAS

Pepe Mujica no usa “uniforme” de Presidente ni menos corbata y el 90% de su sueldo lo dona a programas sociales y beneficencia.  No tiene problemas en recibir periodistas en su casa, bajando del tractor, sin afeitar, todo sudoroso y en alpagatas:  «Cortala con el bla bla… y andá a laburar que es lo que necesita el país». Suele repetir a los reporteros lo que le han enseñado los años: «A pasar del ruido el mundo hoy no va a cambiar».

En abril pasado, el diario El País de Uruguay  publicó su patrimonio neto: 322 mil dólares, incluyendo la chacra, unos tractores, depósitos bancarios y dos autos, entre ellos el viejo volkswagen Fusca del año 87 que no quiso vender a un jeque árabe en 1 millón de dólares… porque se lo había regalado un amigo y cuyo valor real no supera los 2.800 dólares.

No fue raro para los uruguayos verlo durante su mandato con pantalones arremangados y alpargatas. No tiene celular ni tarjetas de crédito, ni facebook ni twitter, pero es de los políticos más populares en las redes sociales y su mensaje lo ha convertido en figura mundial.  () El cineasta y músico Emir Kusturica lo ha incluido en la serie de documentales de líderes latinoamericanos.

MUJICA EN POCAS PALABRAS

El discurso del Presidente uruguayo es simple y directo. He aquí algunas de las frases que definieron su particular carácter en estos cuatro años: 

“Pobres son aquellos que necesitan mucho para vivir”

«Yo no soy pobre, pobres son los que creen que yo soy pobre. Tengo pocas cosas, es cierto, las mínimas, pero solo para poder ser rico.

– “No soy el presidente pobre; pobres son los que quieren más”

-«Si tengo pocas cosas, necesito poco para sostenerlas», razona. «Por lo tanto, mi tiempo de trabajo que dedico es el mínimo. ¿Y para qué me queda tiempo? Para gastarlo en las cosas que a mí me gustan. En ese momento creo que soy libre».

– “La verdadera libertad está en consumir poco”.

– “El consumismo es una gigantesca enfermedad de masas que es funcional a los intereses de la acumulación. Somete al ser humano a que viva pagando.