En Trinidad y Tobago han gozado de amplia libertad, tanta que muchas especies están en peligro y por ello fue instaurada una prohibición por dos años para dar un respiro a la naturaleza y hacer estudios. Pero ellos demandaron para levantar la medida y amenazan al gobierno por las próximas elecciones: “Sin caza, no hay voto”.
No se trata del Rey de España cazando elefantes en África, ni la de una presentadora de TV norteamericana que muestra desvergonzada sus grandes trofeos; tampoco de la popular cantante mexicana que cambió su imagen angelical por la de cazadora que deja que hasta sus hijos disparen. El caso de Trinidad y Tobago es de pequeños animales cazados, pero en grandes cantidades y no hay ‘celebridades’ involucradas, pero es parte de lo mismo; la misma ‘cultura de caza deportiva’ que hay cambiar por la cultura del conservacionismo.
En octubre pasado el ministerio de Medio Ambiente y Recursos Hidráulicos de Trinidad y Tobago anunció una moratoria por dos años de la caza silvestre en el país, ante la amenaza de extinción de varias especies. Ciervos, lagartos, cocodrilos, armadillos y aves, son algunas de las especies que de acuerdo a un estudio de las universidades de las Antillas y de Wisconsin, bastante antiguo (1990-1993) y seguramente ya sobrepasado, están sobreexplotadas.
“Para evitar la pérdida total de nuestros recursos naturales es necesario reducir la presión de la caza”, señaló el ministro Ganga Singh, al tiempo que informaba que se adoptaría un enfoque integral para hacer frente a la explotación insostenible. Además, se contempla sanciones y multas prevista en la Ley de Conservación de Vida Silvestre, e incluso hay una propuesta de 6 a 12 meses de prisión para los infractores.
A menos de tres meses de la medida, más de trece mil cazadores con licencia (y sus perros sabuesos, algo así como 26 mil) están muy enojados. Presentaron una demanda que busca anular la prohibición y que un tribunal dirimirá en febrero. Pero, además, han prometido hacer pagar al gobierno en las elecciones nacionales del próximo año. De hecho, hasta calcomanías reparten: “Sin caza, no hay voto”.
Alegan que la caza con perros es típica de la sociedad rural y que es fuente de ingresos. Pero los cazadores de subsistencia ni siquiera tienen licencia (que apenas cuesta 3 dólares). Quienes practicaban caza con manadas de perros, lo hacían ataviados de jinetes, en uniformes rojos y negros… y la cantidad de animales cazados supera la subsistencia: 65.000 pacas (roedor del tamaño de un gato), 6.385 venados, 13.092 armadillos. Ese tipo de caza tradicional era más popular incluso que en Gran Bretaña, su lugar de origen, hasta que se prohibió en 2004.
«La caza aquí no cumple ningún propósito útil y es algo realmente ridículo. ¡Seis hombres y 15 perros para cazar un animal como la paca!», señala Christopher Starr, profesor de Ciencias de la Universidad de las Indias Occidentales de Trinidad.
Ambientalistas reclaman hace tiempo que la falta de límites y normativas en este país de dos islas y 1.4 millones de habitantes, ha mermado dramáticamente la vida salvaje, hábitat de más de cien especies mamíferas, paraíso de fama internacional para observadores de aves y mariposas (tienen más de 650 especies).
La defensa de la vida silvestre a través de santuarios naturales y regulación es parte de una larga polémica entre gobiernos, conservacionistas y la asociación de cazadores. Y es que con 4.800 kilómetros cuadrados de territorio, Trinidad y Tobago es rica en montañas, sábanas y humedales, y hogar de especies vegetales y animales únicas.
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