Los pingüinos también sufren por el cambio climático

Los deshielos les priva de la plataforma que les permite proveerse de alimento y refugio; y las tormentas matan a gran cantidad de polluelos y adultos, ambos eventos climáticos afectan la supervivencia y el ciclo reproductivo de las colonias, señalan dos estudios.   

En muchas zonas el cambio climático ha mostrado diversas caras, lluvias copiosas, sequías, frío extremo. En los polos, ocurren los deshielos, cuya víctima insigne ha sido hasta ahora el oso polar en el Ártico. Pero en el sur, por los pingüinos nadie había levantado la voz. Y también los afecta, especialmente a las crías.

Dos estudios de Plos One (Revista científica de Public Library of Science, proyecto sin fines de lucro que busca ser biblioteca y revista de literatura científica) dan cuenta de los desafíos a qué se están enfrentando las colonias.

Uno de ellos se centró en los pingüinos de Magallanes, cerca de Punta Tombo, Argentina, sede de la mayor colonia de la especie y donde desde 1960 el número de días con más de 20mm de lluvia ha aumentado junto al alza de temperaturas.

Entre 1983 y 2010 se siguió a 3.493 polluelos: en dos años la lluvia mató entre el 43 y 50% de ellos; la mayoría murió a causa de tormentas con mayor precipitación cuando tenían entre 9 y 23 días, porque una vez mojados no pueden mantener la temperatura corporal. Estos ‘eventos’ son capaces de eliminar suficientes polluelos como para afectar el rendimiento reproductivo de las colonias.

Además de la mortalidad directa por hipotermia e hipertermia, el clima extremo aumenta el hambre y la depredación en las crías: disminuye la cantidad, calidad y frecuencia de alimentación, también la asistencia de los adultos a los nidos y con ello aumenta la depredación de los pichones.

«El cambio climático, que aumenta la frecuencia e intensidad de las tormentas, redunda en un fracaso reproductivo de los pingüinos de Magallanes, un patrón que probablemente se aplica a muchas otras especies que se reproducen en la región”, dice el estudio, el primero a largo plazo que muestra el impacto del cambio climático en la supervivencia y reproducción de la especie.

Si el cambio climático intensifica las tormentas, habrá años en que no sobreviva ninguna cría, creen los autores de este estudio, el primero en su tipo que muestra el impacto del fenómeno en la supervivencia y reproducción de la especie.

MAR DE ROSS, ÚLTIMO REFUGIO

Las alteraciones de cobertura de hielo han permitido investigar la capacidad de las especies antárticas de enfrentar los cambios. Es lo que hizo el otro estudio, que da cuenta de la situación de los pingüinos Adelia de la Antártica, en la zona del Mar de Ross.

La especie depende absolutamente del hielo para  vivir (todo el año), alimentarse (del krill antártico y cristal que viven bajo el hielo) y, tras la época de reproducción, mantenerse fuera del alcance de sus depredadores, las focas leopardos y posiblemente las orcas en algunas zonas.

El hielo marino es su hábitat de “forrajeo” y descanso, sin embargo en época de aprovisionamiento (diciembre-enero), cuando el hielo es mínimo da lugar a largos y costosos viajes –en términos energéticos-, con mínima alimentación y una baja en la reproducción.

“Los pingüinos Adelia necesitan hielo sólido durante todo el año en gran escala (cientos de kilómetros) y en aguas abiertas, cerca de sus colonias de cría, en verano –señala el estudio, que tomó 13 años de investigación-. Si los bloques de hielo en verano desaparecen en las regiones más septentrionales de la Antártica, se verán obligados a reducir sus áreas de distribución geográfica hacia el sur, como está ocurriendo en la región de la Antártica occidental, que se calienta rápidamente. El Mar de Ross, que tiene el hábitat marino más austral del planeta y ya alberga al 38% de las poblaciones de pingüinos Adelia del mundo, podría convertirse en el último refugio de la especie”.

EL PELIGRO DE LOS ICEBERG

Otras situaciones, como el impacto de grandes masas de hielo desprendidas, también los afecta. En 2001 dos gigantescos icebergs invadieron la zona de alimentación en el Mar de Ross, lo que generó una drástica reducción del acceso de las aves a sus presas. Para otra especie, los pingüinos emperador, la colisión del iceberg con la plataforma de hielo de Ross causó la muerte de numerosos adultos que estaban incubando y los cambios en el hábitat de anidación redujo la producción de polluelos. En los pingüinos Adelia la tasa de supervivencia fue igualmente afectada; la presencia de iceberg en las cercanías de sus zonas de crianza generaron dispersión, viajes para abastecerse de comida más largos, menor frecuencia y cantidad de alimentos para los polluelos, y menos crías sobrevivientes.

Amelie Lescroel, del Centro Francés de Investigaciones Científicas, una de las autoras del estudio señaló que si estos fenómenos climáticos extremos persisten “será muy difícil predecir cómo las poblaciones de pingüinos amortiguaran los cambios futuros en las placas de hielo».