En la Hora del Planeta (y después) todos contamos

Muchas empresas ‘se visten’ de verde por 60 minutos apagando las luces. En el mundo entero el resto del año se constatan los desastres medioambientales cometidos por no pocas… ¿Para qué sirve una hora? Para darle un respiro a la Tierra y porque para el cambio los necesitamos a todos, también a la gran industria que, de poco, va entendiendo.

C.G.M.

Mañana es La Hora del Planeta. Millones en todo el mundo apagaran la luz por una hora –en Chile entre las 20.30 y 21.30 horas-. El gesto es para simbolizar la preocupación por el planeta y su medio ambiente. El Cambio climático y el calentamiento global se agudizan mientras emitimos gases efecto invernadero por el transporte que usamos y la energía que nos proveen fuentes sucias como el petróleo o las termoeléctricas a carbón.

Por una hora muchos apretarán el interruptor y darán una breve tregua a la Tierra. Cuando partió hace siete años, en Australia, pudo parecer una idea loca. Y quizás lo era. Hoy es un movimiento global. En 2013 más de 7 mil ciudades se sumaron a la iniciativa en 154 países, donde se apagaron las luminarias de los principales edificios en todo el orbe; los más emblemáticos: Empire State de Nueva York, la Torre Eiffel de París, el Kremlin de Moscú, el Cristo de Río de Janeiro, las Torres Petronas en Kuala Lumpur, el Burj Khalifa -el edificio más grande del mundo-, la Puerta de Brandemburgo y los Palacios de Westminster y Buckingham.

El Fondo Mundial para la Naturaleza –WWF, su sigla en inglés o la ONG del oso panda-, impulsores de la acción, en todo el mundo difunde el mensaje y los auspiciadores locales apoyan la medida… tan audaz como simbólica.

Audaz porque se pide parar. Bajar de la maquinita, del sistema que te pide-y-obliga a comprar y gastar, consumir-y-tirar, derrochar los recursos de todos, que solo llegan a pocos.

Simbólica, porque una hora a nadie hace daño. Ayuda, como no. Pero sesenta minutos una vez al año, ¿Qué puede cambiar? Y viste bien. A todos. Ciudadanos de a pie y magnates, empresas e individuos.

VERDES ¿POR UNA HORA?

Los grandes consorcios se asocian a la ‘marca’ La Hora del Planeta y apagan sus grandes letreros, en sus locales bajan unos cuantos faroles y dejan a oscuras sus edificios corporativos y ya: son ecologistas, cuidan el medioambiente…

¡Que camuflaje!, piensa uno. Y la cara de asco debe abundar en no pocos que hacen esfuerzos reales, porque tienen la convicción profunda de que por el camino que vamos no es posible seguir, el Planeta no resiste.

En los comunicados se cuenta de los esfuerzos de las compañías, que no solo apagarán luces, sino que, además, difundirán en sus redes la iniciativa (que es voluntaria) y también se comprometerán a mejorar sus estándares de sustentabilidad; uso eficiente de la energía, inversiones en fuentes renovables, incorporación de criterios más amigables con el entorno.

Pero a no equivocarse, el cambio necesario, urgente e imprescindible se hace con las empresas. La ciudadanía puede exigir, puede consumir productos fabricados bajo estándares más ecológicos, pero la mutación real a un sistema respetuoso con la naturaleza sólo será posible con los grandes consorcios. Para eso falta todavía.

Las empresas de a poco se suman a esta oleada. Las empuja tanto la presión social, cada vez mayor, pero también las normativas que se hacen más exigentes por la fuerza de la realidad: el cambio climático nos afectará a todos. Si seguimos agotando los recursos y descuidando las consecuencias que tienen las actividades que cada uno realiza no habrá empresa ni vida posible.

Además, las nuevas tecnologías dan cada vez mayores oportunidades de rebajar costos y hacer ahorro. Según el director general de Carbon Disclosure Project -sistema global al que se han sumado las más grandes corporaciones del mundo para revelar sus emisiones de CO2, aplicar políticas de reducción y mejorar su eficiencia energética-, el argumento económico para emprender estas acciones se está fortaleciendo. Paul Simpson dice que, de acuerdo a un estudio realizado, si EE.UU. redujera sus emisiones en un 3% entre 2010 y 2020 podría ahorrar 780 millones de dólares.

TODOS CONTAMOS

Este año, WWF anuncia que por primera vez la Mezquita Azul de Estambul, junto a la Catedral de Santa Sofía, además del puente del Bósforo, que une Asia y Europa, apagarán también sus luces. Desde 2007 cuando se inició este ‘gran apagón, mucho se ha avanzado.

La gente hoy sale a la calle a reclamar su derecho a un medioambiente limpio. En todo el mundo: cuando una petrolera contamina el mar, cuando una minera se apropia del agua de una comunidad. Reclama y hace oír su voz cuando algunos encumbrados personajes se entretienen cazando animales en peligro, cuando las madereras talan bosques y nos roban la biodiversidad que es patrimonio de todos.

Claro está que este evento en particular es un aporte más en la concientización por la que trabajan cientos de ONG y colectivos ambientalistas y conservacionistas desde hace mucho.

Mañana la primera ciudad en apagar sus luces será Auckland, en Nueva Zelanda y la última en hacerlo será Tahití. Luego quedarán 365 días para seguir empeñándonos en los actos simples de cada día, como cerrar la llave del agua y desenchufar lo que no usemos, pensar dos veces antes comprar algo que no necesitamos. O lo que más cuesta, dejar el auto y caminar -cuando es posible- circular más en bicicleta, separar la basura, reciclar, evitar los plásticos. No es tan difícil.