“La convención de Minamata”, que podría entrar en vigencia recién en 2020, llega tras años de negociaciones en el seno de Naciones Unidas, y es la oportunidad para tomar medidas drásticas que reduzcan las emisiones que contaminan aire, agua y tierra y llegan al ser humano a través del consumo de peces de aguas profundas, como el atún, pez espada y tiburón.
Luego de cuatro años de negociaciones de Naciones Unidas, este jueves 10 de octubre se logró un acuerdo entre 140 países para reducir el uso y comercio de mercurio, en lo es el primer acuerdo internacional que busca frenar las altas emisiones que se liberan al medioambiente y que son dañinas para la salud.
La “Convención de Minamata”, realizada en la ciudad de Kumamoto, al sur de Japón, todavía necesita la ratificación de al menos 50 países más para empezar a implementarse a partir de 2016 y entrar en plena vigencia recién en 2020.
El tratado prohíbe la fabricación, exportación e importación de productos que contengan mercurio (pilas, luces fluorescentes, termómetros, jabones y productos cosméticos para el blanqueamiento de la piel), como su uso en procesos industriales (parte de la industria del cloro sigue usando mercurio en su producción, pese a existir tecnología que lo evita).
Los países firmantes se comprometen, además, a reducir sus emisiones anuales al medioambiente, entre ellas las derivadas de la extracción de oro en países africanos, y a promover el almacenamiento y la eliminación de desechos adecuadamente. Los 140 firmantes comprometieron ayuda económica para reducir las emisiones en países más pobres.
También se pretende controlar la emisión y las liberaciones de mercurio de plantas industriales de gran escala, tales como centrales eléctricas alimentadas a carbón, calderas industriales, incineradores de desechos e instalaciones de cemento clinker.
DAÑOS
El mercurio es un metal pesado, tóxico para los seres vivos, que puede dañar el sistema inmunitario, generar problemas cardiovasculares, respiratorios y digestivos, caída de dientes y trastornos psicológicos.
Una vez en el ambiente, ya sea por procesos naturales como actividad volcánica o la acción humana generada por la industria y minería, se queda allí y puede “moverse” libremente en agua, tierra y aire. Además, tiene la capacidad de acumularse en los organismos y aumentar sus niveles a lo largo de la cadena alimentaria.
El mercurio llega al ser humano como metilmercurio, básicamente a través de la alimentación con peces de aguas profundas, como el atún, pez espada y tiburón. Además de su inhalación en procesos industriales.
La convención lleva el nombre de la ciudad japonesa que sufrió el peor envenenamiento por este metal altamente tóxico, en la década de los 50, cuando se detectó un síndrome neurológico causado por la contaminación del agua tras el vertido de mercurio por parte de una planta petroquímica. Se contabilizaron más de 400 casos de problemas neurológicos y más de un centenar de muertos. Recién en 1968 el gobierno japonés reconoció que la causa era la ingestión de pescado y marisco contaminado con mercurio, y la indemnización para las víctimas y sus descendientes llegó 40 años más tarde, en 1996.
La idea tras el “Convenio de Minamata” es que en unos años los productos que usan mercurio hayan desaparecido y se deje de usar en la minería. Aunque los grupos ecologistas temen que no se consiga detener el uso de mercurio las minas de oro artesanales.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en los últimos 100 años se ha duplicado la cantidad de mercurio en los 100 primeros metros de profundidad de los océanos, procedentes de emisiones relacionadas con la actividad humana. Las concentraciones en las aguas profundas aumentaron un 25%.
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