El asombroso testimonio de Claudette Duchesne, quien padeció la enfermedad desde los 12 años y que hoy a los 77 da fe de que es posible revertirla. A los 32 años tenía sus brazos y piernas recogidas y deformadas, tras su curación y el aprendizaje de diversos métodos naturales se ha dedicado a la sanación. Hasta hoy da masajes de reflexología con sus manos perfectamente normales.
C. G. M.
Hoy no es tan extraña la opción que muchos hacen de alimentarse únicamente de vegetales y frutas. Las alergias alimentarias están a la orden del día* y aquellas que se producen ocasionadas por la leche y sus derivados son aún más comunes. Hace 43 años era rarísimo y despertaba sospechas. Pero los dolores que sufría Claudette Duchesne producto de una artritis reumatoide eran tan espantosos que no dudo en adoptar la dieta.
Cuesta imaginar a esta hija de franceses con sus manos y pies deformados viéndola hoy, a punto de cumplir 77 años, en perfectas condiciones y con sus extremidades normales, tanto que sus manos sanas le permiten todavía realizar masajes de reflexología, terapia de la que se considera una de sus pioneras en Chile.
Diagnosticada tempranamente a los 12 años, no fue sino hasta los 28 cuando este mal de origen autoinmune se instaló en su vida, ya estando casada y con su tercera hija de apenas meses. Tomó corticoides durante cuatro años –además de 10 aspirinas diarias y pastillas para dormir y despertar– esperando mejoría, pero ésta no llegó y la enfermedad iba al galope.
Desesperada y sin ganas de vivir, pues diversos especialistas insistían en que no había cura posible, a los 32 años llegó a la consulta del hijo de Manuel Lezaeta Acharán, naturópata chileno fundador de la Villa de Vida Natural que falleció a los 79 años a pesar de ser desahuciado a los 20.
Llegó para estar 10 días y estuvo internada un mes. Y durante los dos siguientes sólo consumió verduras y frutas, todo crudo. Ella lo cuenta fácil, pero reconoce que el primer tiempo fue el peor, no por lo que suponía acostumbrarse a los “menús”, sino por los dolores que experimentó.
“Era como si por los poros botara vidrio molido… es que estaba intoxicada con tanto remedio y comida insana, estaba botando toxinas”, evoca y cuenta lo que para ella resultó casi una revelación que terminó de convencerla: “Una noche desperté a un vecino de pieza para que le pidiera a las enfermeras morfina, los dolores a la cadera eran inaguantables… pero ahí no había morfina y me trajeron compresas de Pasto Miel…”, dice y sonríe, porque para su sorpresa a la tercera compresa caliente el dolor se redujo tanto que logró conciliar el sueño.
Y es que la terapia propuesta por el sistema Lezaeta consiste no solamente en eliminar todo tipo de carnes, lácteos, azúcar, sal y harinas refinadas de la dieta, también supone incorporar todo lo que la naturaleza nos ofrece y no consideramos como parte de la sanación: aire, sol, agua, tierra. Tomar baños de sol, intercalados por abluciones de agua fría, baños de cajón (en rigor de vapor con la cabeza fuera), compresas de barro, aguas de hierbas. Como parte de la terapia incluso le ortigaban el cuerpo, para luego hacerle frotaciones con agua fría para activar la circulación sanguínea, realizaba paseos a pies descalzo por el pasto cargado de roció de la mañana y caminatas para entrar en calor por la tarde.
A Claudette Duchesne le cambió la vida. Y comparte este vuelco en el libro “Cómo me sané de artritis reumatoide”, escrito hace dos años y con una reciente segunda edición: “Queridos artríticos y médicos, no hay remedios que curen esta enfermedad salvo un cambio de vida, tanto en la parte física como psíquica y espiritual”, escribe.
Y claro, luego de su curación decidió estudiar el sistema. Tras cinco años que incluyeron práctica en la Villa donde encontró la mejoría se licenció en Naturismo. Diez años después se encontró con la reflexología y aprendió también yoga, shaitsú, reike, flores de Bach, antroposofía y digitopuntura, entre otras terapias alternativas a la medicina alópata.
Desde entonces se ha dedicado a la sanación y a la enseñanza de éstos métodos, siendo ella misma testimonio y prueba de que es posible revertir diagnósticos “terminales”, que no auguran futuro posible. Por supuesto, ellos tratan al ser humano como un todo, en el que la mente, el aspecto psicológico y espiritual son determinantes para la salud.
Claudette lo dice en simple: “La mente importa mucho, yo me enfermé a los 12 años porque me sentía muy impotente ante la enfermedad de mi papá y siempre digo, si tienes un problema trata de resolverlo, sino acéptalo, porque las emociones y los pensamientos negativos enferman”.
* Estudio del INTA realizado seis colegios de la R.M. dado a conocer en abril de 2013 da como resultado que el 42% de los estudiantes de entre 10 y 18 años son intolerantes a la lactosa.
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