Francia: ley obliga a supermercados a donar comida

La expresión de la ciudadanía francesa fue un factor de presión para los legisladores que castigarán con multa y cárcel a los comercios que boten comida en buen estado o la envenenen con cloro para inutilizarla. La conciencia sobre el desperdicio de comida en Europa crece, mientras las cifras del hambre en el mundo si bien bajan, están lejos de erradicar el flagelo. El último número entregado por FAO: 795 millones de personas sufren hambre.

Una ley recientemente votada en Francia obligará a los supermercados a no desechar comida que esté en buen estado, aunque cercana a su fecha de vencimiento, y en cambio deberán entregarla a organizaciones de beneficencia, con penas de multa y cárcel a los infractores. Desperdicio de alimentos, hambre, pobreza. Todo es parte de una misma cadena y la conciencia sobre estos eslabones crece.

Aprobada por unanimidad en la Asamblea Nacional Francesa, la ley también sancionará a los establecimientos que deliberadamente ‘envenenen’ con cloro los alimentos para inutilizarlos (práctica habitual en el rubro) con multas de hasta 75 mil euros o dos años de cárcel. La idea es que los supermercados suscriban acuerdos con entidades benéficas para hacer entrega de los comestibles.

En Francia se calculan en 7.1 toneladas de comida desechadas cada año, con un promedio por habitante de 20 y 30 kilos al año. La iniciativa legal es parte de un cuerpo más amplio que quiere bajar a la mitad esas cifras a 2025 e incluye programas de educación sobre el desperdicio de alimentos en escuelas y empresas. De esas cifras, el 67% corresponde a alimentos desechados por los consumidores, un 15% por restaurantes y 11% por comercio.

La ley para los supermercados fue impulsada por el concejal Arash Derambarsh de Courbevoie, un suburbio al noreste de París, a través de una petición on line que en un par de semanas obtuvo más de 200 mil firmas de respaldo. Para él, ‘el hambre justifica los medios’, señala Le Monde dando cuenta del golpe mediático que provocó con la solicitud el concejal, nacido en París e hijo de padres iraníes.

“Lo he conseguido –señala Derambarsh, 35 años, refiriéndose a su carrera como funcionario electo y futuro abogado penalista-, pero he conocido el hambre y sé que es imposible trabajar o concentrarse con el estómago vacío”. Así fue cómo con la ayuda de algunos voluntarios en diciembre pasado, por dos meses, tres veces a la semana, se dedicó a recoger lo que botaba un supermercado de su ciudad y luego a repartirlo entre los necesitados.

Luego surgió la idea de la ley. “Es escandaloso y absurdo” desperdiciar alimentos y deliberadamente estropearlos cuando hay pobres, desempleados y desamparados que pasan hambre, señaló a The Guardian. 

Arash Derambarsh, concejal y futuro abogado, fue quien lanzó la petición on line que terminó en ley. "He conocido el hambre", ha dicho.

Arash Derambarsh, concejal y futuro abogado, fue quien lanzó la petición on line que terminó en ley. «He conocido el hambre», ha dicho.

La polémica por el desperdicio de comida se destapó en 2009 con el libro “Despilfarro, el escándalo global de la comida”. De allí en adelante y también debido a la crisis económica, en Europa –donde  89 millones de toneladas de comida nunca llegan a un plato-proliferaron los colectivos organizados que empezaron a recoger lo que botaban las tiendas para repartirlo entre los más pobres, aprovechando la buena voluntad de productores, distribuidores y comerciantes. Pero hasta ahora no pasaba por ley alguna.

Por ello, Derambarsh tiene la intención de presentar la idea en diversos foros internacionales: en Naciones Unidas en septiembre; a los líderes de países ricos y en desarrollo integrantes del G-20 que se reunirán en Turquía en noviembre, y en diciembre en la cumbre climática de París.

En el intertanto, ya en Reino Unido otros urgen por una ley similar a la francesa  y con el mismo método: una petición en línea.  Sin embargo, la donación de los supermercados es apenas un paso y está lejos de ser la solución al despilfarro de alimentos, que se extiende sobre todo a la sobreproducción, en las granjas, durante el procesamiento, transporte y almacenamiento, según ha detectado la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

LAS CIFRAS DE LA VERGÜENZA

A comienzos de año el chef paladín de alimentación saludable, el inglés  Jamie Oliver se hizo parte de campaña que llama a los consumidores a comprar frutas y verduras que no tienen el mejor aspecto, pero que mantienen intacto su sabor y valor nutricional, y se venden 30% más baratos en algunos supermercados ingleses, desde enero pasado.

Y es que parte del problema del desperdicio es que los productores  tiran muchos vegetales porque éstos no alcanzan los estándares estéticos para ser aceptados para venta por supermercados y tiendas. El derroche es casi criminal si se considera, además, la gran cantidad de agua invertida en la producción de esas frutas y verduras.

Las cifras del desperdicio a nivel mundial alcanzan a 1.300 millones de toneladas. En paralelo, los últimos datos del hambre en el mundo que entregó FAO hace unos días llegan a los 795 millones de personas; algo más de 1 de cada 9 viven “subalimentados”. Igualmente, se trata de una buena noticia: en 2014 la cifra de quienes padecen hambre era de 805 millones, en 2013 de 842 millones, en 2012 de 868 millones.

Si bien ha habido avances y se ha mantenido una progresiva disminución desde los años 90, las metas internacionales en reducción del hambre no se han cumplido. En la Cumbre de la Alimentación 1996, 182 países se comprometieron a “erradicar el hambre…  con el objetivo inmediato de reducir el número de personas desnutridas a la mitad de su nivel actual no más tarde del año 2015”. Entonces se calculaban en mil millones los que sufrían hambre.