Amazonía ecuatoriana y Selva panameña amenazados por la extracción petrolera

 

Hace dos años, en noviembre de 2011, la Amazonía, con sus 6 millones de kilómetros cuadrados de extensión, por supuesto el bosque tropical más grande del mundo, fue elegida una de las siete maravillas naturales del mundo. Se trataba de un concurso internacional que la ubicó en ese lugar. Pero ya antes Unesco la había declarado Patrimonio de la Humanidad, y esto porque se quiere preservar para las futuras generaciones, tratándose de regiones de excepcional belleza e importancia para la mantención de los ecosistemas planetarios.
El apelativo de Pulmón del Planeta que ostenta la Amazonía no es casual. Se estima que el 28% del oxígeno producido en la Tierra viene de aquí.

Por estos días las alarmas vienen desde la zona de Amazonía ecuatoriana.
En manos de la Asamblea Nacional de Ecuador, su poder legislativo, está ahora la decisión de explotar las reservas de petróleo del Parque de Yasuní, joya medioambiental del Ecuador, que la ONU declaró reserva mundial de la biósfera en 2008.
El presidente Rafael Correa había prometido no tocar los yacimientos, que se calculan en casi 1.000 millones de barriles, a cambio de 3.600 millones de dólares (50% de lo que percibiría el Estado si realiza la explotación) de la comunidad internacional. Pero la propuesta fracasó.

En la reserva viven pueblos indígenas, los Waorani, que se internaron voluntariamente en la selva a comienzo de los años 70 y quienes habrían aceptado la explotación dentro de la reserva pero a cambio del reconocimiento de sus tierras ancestrales y de ayuda financiera para mejorar su calidad de vida.
Los argumentos de la gran biodiversidad existente allí, pareciera que ya no pesan: unas 100 mil especies de insectos, 150 de anfibios, 121 de reptiles, 598 de aves, 200 de mamíferos, 3.000 de flora.
Se realizarán varios debates en la Asamblea Nacional ecuatoriana antes de dar el vamos y aunque grupos ambientalistas han protestado y la oposición se resiste, la batalla es difícil: el oficialismo tiene 100 de los 137 escaños.

La Amazonía no está sólo amenazada por la extracción petrolera. Desde el 2006 que se viene denunciando la deforestación, sobretodo en el Mato Grosso brasileño, debido a crianza de ganado, pero además por las extensas zonas de cultivos de soya para exportación que se destina a la alimentación de vacunos que luego sirven en las cadenas de comida rápida. “Estamos destruyendo el Amazonas para alimentar vacas”, decía el economista e investigador Jeremy Rifkin

SELVA DEL DARIEN

En Panamá surgió la segunda alarma.
El gobierno ha decidido la explotación de reservas por unos 900 millones de barriles en El Tapón de Darién, en la frontera con Colombia. Se trata de una zona selvática que va desde el sur de América Central (Panamá) y el norte de América del Sur (Colombia) y es una verdadera barrera natural entre ambos subcontinentes.
Por allí pasó Vasco Núñez de Balboa en 1513 para avistar el “Mar del Sur”, hoy Océano Pacífico, y donde fundó -en la parte costera del istmo- la primera ciudad americana, Santa María la antigua del Darién.
La biodiversidad del territorio es de una gran riqueza y no se encuentran en ningún otro sitio del mundo, es el lugar de paso entre animales del norte y sur del continente, hay unas 550 especies de vertebrados, 113 de peces y 60 de anfibios (en Europa en total hay 40 especies de anfibios) y cerca de 700 especies de flores de 116 familias distintas. No hay carretera ni vías férreas que atraviesen la selva del Darién. Hasta ahora incluso los gobiernos panameños se habían opuesto a cualquier intervención por motivos medioambientales.

Por supuesto hay ambientalistas que se oponen a la medida, debido a que Darién es el segundo pulmón del continente, después de la Amazonía.
Los argumentos del gobierno panameño: reducir de dependencia del petróleo importado. En el caso ecuatoriano, reducir la pobreza.