Presentará demanda a Tribunal Supremo australiano, alegando que los tiburones son animales protegidos y por lo tanto la medida es ilegal. La iniciativa se presenta en medio de una serie de protestas en las playas del país en defensa de escualos. La ONG recuerda que éstos son esenciales para la salud de los océanos.
La ONG ecologista Sea Sheperd, conocida por enfrentarse a mar abierto con balleneros japoneses en defensa de los cetáceos, anunció que pedirá al Tribunal Supremo australiano que revise el programa que permite en ese país la matanza de tiburones blancos, aprobada en diciembre luego de la muerte de un surfista en una playa por el ataque de un ejemplar.
La demanda será presentada junto a la madre de otro surfista fallecido en 2011 en las mismas circunstancias y alegará que se trata de un mandato ilegal, pues los escualos son animales protegidos desde 1990 según legislación australiana, que entonces determinó en 10 mil ejemplares su población. Por ello solicitan que se detenga la matanza de inmediato.
“Esto no es una cuestión de si los tiburones son más importantes que las personas. Es un problema de comprensión de que los tiburones mantienen nuestros océanos sanos, que son nuestro soporte vital, y los necesitamos… Los tiburones pueden vivir en este planeta sin nosotros, pero nosotros no podemos vivir en este planeta sin ellos”, señala parte del comunicado.
La demanda se presenta en medio de una serie de manifestaciones durante enero y febrero, en contra de las medidas de mitigación para prevenir ataques de tiburones implementada por el gobierno de Australia Occidental y que autorizó la caza de tiburones blancos, sarda y tigre de más de 3 metros de largo, en zonas delimitadas.
También se utiliza un sistema de anzuelos para atraer a los tiburones, que perjudica a los ejemplares más pequeños y otras especies. Los manifestantes alegan que ello provocará la caza indiscriminada y que lo razonable es aprender a vivir con ellos en lugar de sacrificarlos.
En los últimos dos años han muerto siete personas por ataques de tiburones en ese país, que se suman a las 195 perecidas desde 1791 por la misma causa. Para la organización conservacionista, los números son bajos: unas cinco personas mueren cada año en el mundo por ataques de escualos, en comparación con la treintena que perecen en Estados Unidos por agresiones de perros.
Unos 140 tiburones tigre serán asesinados de no detener el programa de mitigación, según las estimaciones, y no los 10 a 20 que señala el Departamento de Pesca australiano, mientras que el tiburón blanco está el Lista Roja de la UICN en categoría de vulnerable a la extinción desde 1996, señala Sea Sheperd.
AGUERRIDOS Y TEMERARIOS
La entidad, involucrada en la defensa de la fauna y flora marina desde su fundación en 1977, denunció hace un par de días el ataque de que fueron víctimas dos de sus barcos por parte de un barco nipón en el contexto de su campaña anual de defensa de ballenas en el Océano Antártico.
La iniciativa, denominada ‘Tolerancia Cero’, es la mayor de toda su historia en el mar, participan cuatro embarcaciones y 120 activistas. “El Nisshin Maru ha embestido al Steve Irwin y al Bob Barker, pero ambos se mantienen en sus posiciones», escribió el aguerrido capitán Paul Watson, alma fundadora de la ONG, en su Facebook, dando cuenta del incidente.
La forma de actuar de los activistas, les ha valido polémicas y demandas. Varios países les han recomendado una actitud menos temeraria. Sin embargo, son los únicos que lograr menguar el accionar de los barcos factoría japoneses que argumentan que su caza de ballenas se realiza con fines científicos. En 2012 Japón no logró la cuota de captura de 900 ballenas, por el mal tiempo y el hostigamiento de la flota de Sea Sheperd.
Japón se defiende señalando que los agresores son los ecologistas. Los incidentes en alta mar entre ellos son frecuentes. La caza de ballenas está prohibida desde 1986, pero Japón insiste en la práctica ilegal, que incluso fue denunciada ante la Corte de la Haya por Australia en 2010 y cuyo falló aun está pendiente. Entre tanto, Sea Sheperd intenta velar por la salud de las ballenas.
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