Dos estudios independientes hablan del acelerado proceso de derretimiento que están experimentando los hielos de la zona. Se habla de 200 y 1.000 años como fechas extremas. El pronóstico más probable lo sitúa entre 200 y 500 años, con una elevación del nivel del mar de 1.2 a 4 metros.
Casi simultáneamente dos estudios sobre los hielos antárticos dieron ayer una voz de alerta: el proceso de derretimiento comenzó y es definitivo, según investigadores tanto de la Universidad de Washington (UW), que ayer publicó un artículo en la revista Science, y otro equipo de la NASA y la Universidad de California, que apareció en la revista Geophysical Research Letters.
“Es un desastre que está desarrollándose en cámara lenta”, señala una de las publicaciones, pues el adelgazamiento en el glacial Thwaites, “piedra angular que sostiene la enorme capa de hielo de la Antártica Occidental”, comenzó a derrumbarse en un proceso que durará entre 200 y mil años más.
Es un tiempo largo, pero no por ello menos dramático. Tras analizar el mencionado glaciar, de 182.000 kilómetros cuadrados, y que está conectado con las cuencas de otros glaciares importantes de la región, ambos equipos de investigadores advierten que su colapso inundará la Antártica Occidental, lo que provocará la pérdida casi total de hielo en la zona.
El equipo de UW trabajó con datos satelitales y un modelo predictivo que recoge la evolución durante 18 años del glaciar y centrados en los efectos del calentamiento del mar sobre el hielo, generados por el calentamiento global. El modelo indica que Thwaites va en cascada a un rápido colapso, dada la merma que han tenido sus bordes externos en los últimos dos siglos.
“El siguiente estado para la capa de hielo de la Antártica Occidental podría ser que no haya capa de hielo en absoluto”, dice fríamente el autor principal del estudio, el glaciólogo Ian Joughin.
Los próximos 200 años podrían ser de una pérdida moderada. Pero en adelante el proceso tendería a acelerarse a más de 5 km de pérdida por año. Un pronóstico conservador habla de 1000 años para su derretimiento, pero el más probable lo ubica entre los 200 y 500 años, que Joughin no desdramatiza: «En una escala de tiempo glacial, 200 a 500 años es un abrir y cerrar de ojos», dice.
Su fusión elevaría el nivel del mar 0.7 centímetros, pero dada su vinculación con otros glaciares importantes del área, cuya salud tampoco es buena, el nivel podría subir entre 3 y 4 metros.
EL ESTUDIO DE NASA
Según el autor del estudio, el glaciólogo de la U. de California y de NASA, Eric Rignot, apoyado en datos recogidos por satélites en 40 años de observaciones, los glaciares del sector del Mar de Amundsen en la Antártica Occidental “han pasado el punto de no retorno”.
Estas masas de hielo –fueron seis los glaciares estudiados- ya contribuyen al aumento del nivel mar, aportando casi tanta agua como toda la capa helada de Groenlandia. Pero contienen lo suficiente como para subir el nivel de los océanos en 1.2 metros y se están derritiendo más rápido de lo que estimaban los científicos. Ahora rápido, en una mirada conservadora, son varios siglos.
Los glaciares analizados por Rignot han adelgazado tanto que ahora están flotando por encima de los lugares donde solían estar ‘anclados’, lo que no es bueno. Se mueven horizontalmente cuando fluye agua debajo y suben y bajan verticalmente con los cambios en las mareas. Este equipo mapeo los movimientos verticales para establecer las líneas de conexión a tierra.
Estas líneas están relacionadas con la velocidad de flujo. Cuando los glaciares fluyen más rápido, se estiran y adelgazan, lo que reduce su peso y los hace elevarse, disminuyendo esa “conexión a tierra”, entonces la base del glaciar se convierte en agua, hay menor resistencia por debajo y el flujo se acelera.
Detener este proceso depende de la geografía submarina. De ‘protuberancias o colinas’ a las que se pueda enganchar el glaciar desde abajo. Para analizar ese escenario, se usaron datos de radar de satélites de la Agencia Europea del Espacio y otros sobre el espesor del hielo en la zona que aportó la Operación IceBridge de NASA. Los resultados dicen que en cinco de los seis glaciares estudiados, no hay nada que los enganche a tierra. Sólo el glaciar Haynes “tiene obstáculos de roca madre contra corriente, pero drena un sector pequeño y está retrocediendo tan rápidamente como los otros glaciares.”
«El colapso de este sector de la Antártida occidental parece ser imparable», concluye Rignot y añade: «El hecho de que el retiro está sucediendo simultáneamente en un gran sector sugiere que es provocada por una causa común, como un aumento en la cantidad de calor oceánico bajo de las secciones flotantes de los glaciares… el fin de este sector parece ser inevitable».
En el siguiente video (en inglés) el científico de NASA explica el proceso que está viviendo en la Antártica Occidental.
Duración: 2.16 minutos.