Es la primera operación de este tipo contra prófugos por crímenes como vertido de tóxicos, tala y pesca ilegal, comercio de fauna silvestre. Según informes estos delitos movilizan cada año hasta 213 mil millones de dólares.
Comercio ilícito de marfil, tala de bosques y pesca ilegal, tráfico de especies de flora y fauna silvestre, comercio y vertido ilícito de desechos, son algunos de los crímenes por los cuales Interpol lanzó la operación INFRA TERRA, destinada a dar con el paradero de nueve prófugos de delitos medioambientales.
La organización policial ayer hizo un llamamiento a ciudadanos de todo el mundo a entregar información a sus policías locales para ubicar a estos delincuentes, cuyos nombres surgieron de la primera parte de esta operación iniciada a comienzos de octubre y centrada en 139 prófugos de 36 países.
Se trata de la primera lista de los más buscados por delitos de este tipo y que aprovecha experiencias anteriores.
La nómina está encabezada Adriano Giacobone, italiano, buscado por transporte ilegal y vertido de residuos tóxicos, contaminación de lechos fluviales, además de otros delitos como secuestro y detención ilegal; Ahmed Kamran, pakistaní , acusado del contrabando de más de 100 animales vivos, entre ellos jirafas e impalas desde el aeropuerto de Kilimanjaro, Tanzania, en un avión militar hasta Qatar; Ariel Bustamante Sánchez, mexicano, buscado por pesca ilegal en aguas de conservación marina en Costa Rica; Ben Simasiku, de Zambia, acusado de tráfico de marfil y con detenciones previas por tenencia ilícita de colmillos de elefante; Bhekumusa Mawillis Shiba, de nacionalidad suazi o sudafricana, acusado de matar rinocerontes en una reserva natural y de extracción de su cuernos; Feisal Mohamed Ali, keniata, es sindicado como líder de un banda dedicada al contrabando de marfil, se descubrieron en su poder más de 300 piezas de marfil que superaban las 2 toneladas; Nicolaas Antonius Cornellis Maria Duindam, holandés, buscado por traficar especies silvestres de flora y fauna brasileña; Sergey Darminov, ruso-alemán, líder de una banda acusada de pesca ilegal de cangrejos en aguas rusas y blanqueo de capitales por 450 millones de dólares; Sudiman Sunoto, indonesio, acusado de tala ilegal en su país.
NEGOCIO MILLONARIO
“Creemos que la captura de estos delincuentes contribuirá a la desarticulación de los grupos delictivos organizados transnacionales que han transformado la explotación del medio ambiente en un lucrativo negocio profesional”, dijo Stefano Carvalli, jefe de la unidad de apoyo investigativo de prófugos.
Este año, en el contexto de la primera Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente se dieron a conocer cifras de estudios conjuntos entre ONU-Interpol y OCDE que hablan de 213 mil millones de dólares movilizados cada año por crímenes de caza furtiva, explotación ilegal forestal y minera, tráfico de animales y vertido de tóxicos.
Además, ya se han vinculado los ingresos de milicias extremistas como el Ejercito de los Lores en Uganda, los Janjaweed de Sudán, al-Shabaab en Somalía o las Fuerzas Democráticas para la Defensa de Rwuanda, con delitos medioambientales. “Muchos de estos grupos están implicados directamente en explotación ilícita de madera, carbón, oro y otros minerales, y conectados en graves abusos de derechos humanos, incluyendo asesinatos masivos, reclutamiento de niños-soldados, secuestros, trabajos forzados, esclavitud sexual, saqueos en masa y desplazamiento”, señala el informe “The Environmental crime crisis”.
La fase inicial de la operación Infra Terra comenzó los primeros de octubre con la reunión de agentes de 21 países en la sede central de la entidad en Lyon, Francia, para hacer cruce de datos. Operaciones anteriores como Infra Américas, Infra Sea (sudeste asiático), como otra de alcance mundial, Infra Red, hasta ahora han logrado más de 600 detenciones. Y los oficiales a cargo ésta esperan el mismo éxito.
“Hasta hace poco los delitos ambientales ni siquiera eran considerados delitos en muchos países, pero con el paso de los años se han dado cuenta que la delincuencia medioambiental es una grave amenaza interna a nuestras sociedades”, señala un agente que apunta que las mismas rutas del tráfico de marfil, por ejemplo, son utilizadas también para el tráfico de armas.
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