Eso desembolsó el dentista norteamericano responsable de la muerte del más bello león de Zimbabwe y que ha generado enorme conmoción no sólo en este país. Historias de turistas que por placer realizan ‘caza deportiva’ se repiten, pero son casi inexplicables en un mundo globalizado, que avanza lento en conciencia ambiental, pero cuestiona los alcances éticos de esta práctica.
Pagó 50 mil dólares para cazar un gran león en Zimbabwe. Y cazó al mayor, a la estrella del Parque Nacional Hwange, ‘Cecil’, que desde hace trece años era su mayor atracción por su enorme tamaño y llamativa melena negra y que reportó millones de dólares de turismo a la reserva. El dentista norteamericano Walter Palmer, cazador habitual y acusado en EE.UU. de haber dado caza a un oso negro de manera ilegal en Wisconsin en 2006, tras ser identificado emitió un comunicado lamentando el hecho y argumentando que tenía todos los permisos.
Según la policía, Palmer sería acusado de caza furtiva. Lo mismo que dos detenidos –un cazador profesional que dirigió la ‘actividad’ y el dueño de las tierras donde fue cazado ‘Cecil- y que hoy se enfrentarían a tribunales, arriesgando hasta 15 años de cárcel sin son encontrados culpables. Más allá de lo legal, Palmer ya recibe castigo: la web ha sido implacable; por insultos y amenazas debió cerrar no sólo sus cuentas en redes sociales (donde, por cierto, ufanaba de su extensa experiencia y exhibía fotos con sus trofeos, entre ellos hasta un oso polar), también su consulta odontológica en Minnesota.
“El cazador que mató a Cecil no merece nuestra empatía”, escribió hoy Rose George, colaboradora habitual de The Guardian y The New York Times y autora de dos libros sobre medioambiente. “Leí la historia de la muerte de ´Cecil’ y mi educación y mi intelecto me abandonaron por un minuto. Sólo sentí asco y rabia… No podría intentar comprender el acto inexplicable que es el asesinato de animales por diversión”, señala en parte del extenso artículo en el que aborda la caza de animales ‘regulada’ en África.
¿CUOTAS DE CAZA?
Si bien en países como Kenia está completamente prohibida. En otros como Zimbabwe o Sudáfrica, la caza regulada existe como actividad ‘deportiva’ y es legal en determinados recintos del continente negro. Con ‘servicios’ ampliamente difundidos en la web y cuyos clientes son acaudalados turistas de países ‘desarrollados’, es un negocio que reporta millones de dólares. De hecho, una compatriota del dentista, también de Minnesotta, protagonizó una ‘hazaña’ similar en Sudáfrica a fines de 2013 –matar a un “hermoso león macho”, según describió- en un recinto donde se puede cazar leopardos, cebras, jirafas, entre otros.
Muchos de estos lugares dicen representar la “conservación a través de la caza sostenible”. A propósito de la subasta en un club de caza de Dallas, EE.UU., de un permiso para cazar un rinoceronte negro en Namibia en 2013, se sostenía que los dineros recaudados eran para apoyar la conservación de la especie en el país africano….
Hablan de cuotas de caza que entregan entidades ambientales oficiales; cuotas absolutamente viciadas, según organizaciones de conservación independientes. Porque la población de leones africanos se ha reducido casi un 50% en las últimas décadas; entidades como International Fund for Animal Welfare, IFAW, señalan que apenas quedarían poco más de 30 mil. La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN, los tiene en categoría de “vulnerable”, pero encaminándose a “en peligro”: “En otras palabras, la mayoría de su población cumple el criterio A2, para en peligro, con la tasa de disminución inferido de más del 50% en tres generaciones”.
LEÓN PROTEGIDO Y EN ESTUDIO
No fue caza para conservación la del dentista estadounidense. ‘Cecil’ era un león protegido: tenía un GPS que había donado la Universidad de Oxford para realizar un estudio que dirigía Hwange Lion Reaserch y vivía en una reserva en que no está permitida la caza. Según la investigación del equipo de Conservación de Zimbabwe, la noche del 6 de julio pasado el león fue guiado fuera del parque con un cebo de carne puesto en un árbol. Cuando lo tuvieron a la vista, los ayudantes locales de Palmer lo cegaron con un foco para que éste pudiera hacer blanco con arco y flecha. Pero la herida no fue mortal, el león huyó, deambulando por más 40 horas hasta que lo ubicaron nuevamente y lo remataron con rifle. Luego lo decapitaron y lo desollaron. Y aunque intentaron arrancarle el GPS, no lo lograron y éste alertó la ubicación de los restos.
Con posterioridad también fue encontrada la cabeza de ‘Cecil’, que conservacionistas pensaban que habían sacado del país como trofeo de caza. Fue la razón por la cual se movilizaron rápidamente solicitando a la Unión Europea que prohibiera la importación de cabezas, patas y pieles de la especie que no pudieran probar su origen en poblaciones de leones sostenibles. Alemania, Francia y España son los principales destinos de algunos de los 200 atroces trofeos de caza que cada año llegan a territorio europeo. En febrero fue prohibido el ingreso de aquellos provenientes de Benin, Burkina Faso y Camerún.
Ahora en Zimbabwe, a la gran conmoción que causó la muerte de ‘Cecil’ viene el reemplazo de éste por el león que le sigue en jerarquía y que significará la muerte para los cachorros descendientes de ‘Cecil’; es la forma natural de introducir el linaje de un nuevo macho alfa y animar a las hembras a aparearse con él.
En el siguiente video de turistas, se puede ver a Cecil en la reserva donde vivía y era su principal estrella: