Es una idea del colectivo alemán que gestiona Foodsharing, plataforma que promueve el intercambio de alimentos para evitar el despilfarro que genera la sobreproducción. Hoy en Berlín hay dos: la única regla es dejar allí alimentos «que tú mismo comerías».
Hoy botar comida no es una opción. Así lo entienden en la Unión Europea, donde la crisis ha golpeado fuerte y desde hace unos años han proliferado una serie de iniciativas que intentan aprovechar todo alimento y evitar el desperdicio. De las últimas implementadas por el colectivo alemán que fundó Foodsharing, en Colonia, es la nevera pública. Sí. Una especie de despensa popular, donde se puede dejar comida que no se alcanzará a consumir en buen estado en la propia casa o tomar la que se requiera.
La idea fue implementada este año en Berlín, donde ya tienen dos puestos, en el mercado de un barrio popular, Krezberg, y el que inauguraron esta semana en un antiguo quiosco de la calle Wilhelm. Cualquiera puede dejar sus aportes en la nevera o tomarlos cuando los necesita, el único requisito es evitar alimentos con leche, huevo o carne fresca o sin cocinar y poner allí sólo alimentos «que tú mismo comerías”.
«Nuestra iniciativa ha resultado ser realmente útil. Mercados, panaderías y restaurantes también traen los excedentes de lo que producen a estos puestos», señalan los responsables.
La plataforma de intercambio de funciona con distribuidores y productores que colaboran, pero también con personas individuales y hoy tiene una extensa red en varias ciudades alemanas e incluso en Suiza y Austria, con una versión replicada del sistema en España.
Sus balances dicen que en el país alcanzan a 7.500 usuarios. Ya han recolectado más de una tonelada de comida y en Berlín siempre tienen entre 10 y 20 canastas de alimentos listas para entrega. Alemania, Holanda y Francia son los países que más comida desperdician; en promedio cada alemán bota 82 kilos al año.
En el mundo hay gente que pasa hambre -842 millones dicen los últimos datos-, hay una sobreproducción de alimentos y el sistema imperante hace que se pierda buena parte y termine en la basura. Las mundiales cifras de desperdicio de comida dan escalofríos: 1.3 mil millones de toneladas. Eso sin mencionar los efectos medioambientales de la comida en descomposición: 3.3 mil millones de toneladas de gases efecto invernadero.
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