El gobierno australiano amplió la extensión de la reserva, transformándola en la mayor de clase A de ese país, lo que significa que quedan completamente protegidas y sin posibilidad de acceso para petroleras o industrias pesqueras y de extracción de gas.
A pesar de mantener su política respecto al control de tiburones en las playas y autorizar un proyecto nefasto inmediato a la Gran Barrera de Coral, el gobierno australiano dio una buena noticia al medioambiente al ampliar la extensión en 6.200 kilómetros cuadrados, dentro de su zona económica exclusiva, a la reserva marina de las Islas Heard y McDonald, que otorgará mayor protección, entre otras, a siete especies de ballenas.
Las islas -que tienen los únicos volcanes subantárticos activos del mundo y casi siempre cubiertos de nieve y glaciares- están ubicadas a 1.700 kilómetros de la Antártica y 4.100 de Australia. Fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1997 por Unesco y constituyen uno de las áreas más remotas y prístinas del planeta. Además, ofrecen ejemplos de procesos geológicos en entornos no alterados por el hombre.
La nueva extensión –recomendada por sus valores de conservación- y que la extiende a 71.200 kilómetros, la transforma en la mayor reserva de clase A de Australia, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Esto significa completamente protegida. Las islas son territorios deshabitados, pero la nueva categoría impide el acceso a los humanos, salvo para labores científicas ligadas a ellas y al amplio territorio anexado, lo cual la deja resguardada de ambiciones petroleras, gasíferas y de la pesca comercial.
Protegidos quedan hábitats y ecosistemas de especies que incluyen al menos siete especies de ballenas como piloto y minke, elefantes y aves marinas, además de focas y merluza negra. “La decisión del gobierno confirma el valor de las reservas marinas y su importancia para el futuro de la salud de los océanos del mundo”, señaló la ONG Sociedad de Conservación Marina de Australia.
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