Por tercer día consecutivo una capa densa de contaminación cubrió este martes la ciudad de Harbín, noreste de China, que obligó al cierre de escuelas y aeropuerto, y alteró la normal circulación del transporte, según informaron hoy diversos medios.
“La polución es menos grave que ayer, pero sigue siendo repugnante”, dijo una estudiante china, residente en esta ciudad de más de 10 millones de habitantes. Otro declaró: “Duele respirar, no se ve mucha gente por la calle y algunos se ponen máscara antes de salir”.
La contaminación bajó respecto de ayer, pero supera en 30 veces el tope que indica la OMS. Las impresionantes imágenes que se han publicado muestran una ciudad en brumas, con mínima visibilidad. La razón del fenómeno es el resultado de la puesta en marcha del sistema público de calefacción, en la entrada del invierno, duro en esta región fronteriza con Siberia.
Imágenes similares suelen ser habituales en China en estos meses. En enero de este año los habitantes de Beijing y otras ciudades fueron advertidos que se avecinaba una de las peores épocas -en la historia reciente- de la calidad del aire.
Las muertes prematuras debido a la contaminación en China llegan a 1.2 millones de personas, un 40% del total de muertes a nivel mundial. Las ciudades densamente pobladas, el uso masivo del carbón de baja calidad en centrales termoeléctricas y el acelerado crecimiento industrial, además del tráfico, están entre las razones.
Las autoridades se han visto obligadas a reconocer la situación, no solo del aire (en marzo de este año se encontraron 3.000 cerdos muertos en el río que abastece de agua a Shangai), pero la burocracia interna impide tomar medidas efectivas y las empresas de combustibles y de electricidad violan constantemente los protocolos.
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