Cada vez son más frecuentes los casos de cetáceos que llegan a morir a las costas, víctimas de los desechos plásticos que flotan en el mar. En 2011, la última iniciativa que abordó el tema informaba que cada año 6.4 millones de toneladas de basura se infiltran en el mar.
Impacto causó el varamiento de una ballena en la costa holandesa Helling y que acabó muerta, luego de que rescatistas intentaran sin éxito arrastrarla a aguas profundas. El mamífero estaba muy débil para sobrevivir y tras la autopsia se encontraron 59 piezas de plástico en su estómago, que pesaban más de 20 kilos.
El animal de 50 toneladas y 14 metros de largo ingirió, según se informó, desechos provenientes de las cubiertas de plástico que se usan en los invernaderos de los Países Bajos para cultivar tomates.
No es un caso aislado, desgraciadamente. Otro evento se registró en marzo en costas andaluzas con una ballena que había ingerido plásticos de invernaderos de Almería y Granada. En 2011 un informe de la Comisión Ballenera Internacional, denunciaba la amenaza que representan estos desechos para cetáceos, tortugas y pájaros, pues no pueden digerirlos. Otras investigaciones de las últimas décadas revelan cientos de casos con delfines, marsopas y otros cetáceos pequeños, víctimas del sobreconsumo humano, la producción a escalas insostenibles y el escaso control sobre la basura plástica que termina en nuestros mares y ha generado incluso el llamado “octavo continente”.
En 1999, en la costera ciudad de Biscarrosse, Francia, varó una ballena con 33 kilos de plástico en su interior. En 2002, una ballena varó en la costa de Normandía con casi una tonelada de plástico ingerida, que incluía bolsas de supermercados británicos. En 2008 fueron encontrados dos cachalotes en las costas de California que murieron probablemente de oclusión intestinal: la autopsia encontró 134 tipos diferentes de redes de pesca; uno tenía el estómago roto, el otro presentaba su aparato digestivo bloqueado por un gran enchufe. En 2009, en el sur de Italia, siete cachalotes vararon con ganchos de pesca, cuerdas y desechos plásticos en su interior.
¿QUÉ HACER?
La última iniciativa que abordó el problema fue la 5° Conferencia Internacional sobre Basuras Marinas, que reunió a una treintena de países, investigadores e industrias, en marzo de 2011 en Hawaii, y que entonces hablaba de de 6,4 millones de toneladas de basura infiltradas en los océanos cada año.
El resultado fue el “Compromiso de Honolulu”, cuyo diagnóstico señaló:
-Al menos 267 especies marinas están afectadas por ingestión de basura o enmarañamiento (86% de especies de tortugas marinas, 44% de aves marinas y 43% de mamíferos marinos).
-Preocupación sobre el impacto para la salud humana de sustancias tóxicas que desprenden los plásticos que van a dar al mar y que va en aumento.
-La basura acumulada en playas y litorales puede impactar a las comunidades que dependen del turismo.
-Los desechos pueden desestabilizar los ecosistemas y habitats marinos.
La conferencia, organizada por el Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (UNEP) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), generó como propuestas: la necesidad de mejorar la gestión global de los desechos, la urgencia de campañas de concientización, un llamado a mejorar los programas nacionales de gestión de la basura (que pueden ser incluso una oportunidad de negocios, como ocurrió en Corea, que entre 2003 y 2007 aumentó su tasa de reciclaje al 14%; con políticas aplicadas al envasado y embalaje con papel, cristal, hierro, aluminio y plástico, incluido el manejo responsable de baterías, neumáticos y aceites).
Se mencionaba entonces, la esperanza en buenas resoluciones de la Conferencia Río+20, que se realizaría en 2012, para asegurar el compromiso por un desarrollo sostenible.
Como sabemos, Río fue consideraba por casi todos un gran fracaso.
Solución al alcance de todos: consumir productos biodegradables, limitar al mínimo aquellos elaborados con este derivado del petróleo y en lo posible descartarlos, reciclar todo y exigir a los fabricantes responsabilizarse por sus desechos.
Otro mundo es posible, a partir de cada uno.