Isabel Behncke, 36 años, es una primatóloga chilena, que a pasado largos períodos de los últimos años -2009, 2010 y 2011- en la selva congoleña estudiando, según ella misma dice a “nuestros parientes vivos más cercanos”, los bonobos. Estos pequeños simios, cuya población es reducidísima, están amenazados por la deforestación, la caza y una guerra civil que aunque terminó en 2003 aún subsiste en las profundidades del Congo. Ella, pronto a doctorarse en Antropología Cognitiva y Evolutiva en Oxford, pese a los peligros del lugar decidió internarse en la selva para estudiar a los primates en su habitat y no en cautiverio, convirtiéndose en la primera occidental en 20 años en hacerlo. (Entre las mujeres que le anteceden está la zoóloga Dian Fossey, conocida mundialmente por su defensa de los “Gorilas en la niebla”, que inspiró la película homónima y que murió asesinada por cazadores en 1985 en Ruanda; y primatóloga inglesa Jane Goodall, 79 años, que ha dedicado su vida al comportamiento de los chimpancés en África).
Por estudiar el comportamiento de los bonobos, Behncke sacrificó un matrimonio y ha puesto en riesgo su vida, pues la han picado avispas y serpientes venenosas y ha sido atacada dos veces por jabalíes. «Esto es muy duro. Estar allá es muy fuerte», decía en la prensa al evocar la experiencia. Pero no se queja, ya que tiene la vida que seguro soñaba cuando de niña leía “Colmillo blanco” o “La llamada de la selva”, de Jack London. Y admite, en una entrevista en la Revista Ya de El Mercurio, que “para abrir un camino nuevo, literalmente hay que hacerlo con machete”.
Al volver a la “civilización”, la primatóloga fue fichada como charlista de TED (fundación que va por el mundo captando “ideas dignas de difundir”), para relatar algo de lo que aprendió con los bonobos.
En ella relata que sí, efectivamente “tenemos una abuela evolutiva en común” que vivió hace unos 6 millones de años y que quizás deberíamos copiar parte del comportamiento social de los simios para mejorar nuestro propio futuro. En las profundidades de la selva congoleña, la científica grabó a los bonobos y en la charla comparte parte de esos videos.
Risas entre los árboles, juegos sociales, juegos sexuales, es parte de lo que se puede ver. Los bonobos juegan a lo largo de toda su vida…, dice la científica. Y aunque no es la solución a todos los problemas de la humanidad, el juego –enfatiza- no solo es un pasatiempo, porque “crea vínculos, fomenta la tolerancia y la confianza, establece reglas de convivencia, aumenta la creatividad y la resistencia… El juego es el pegamento que nos unen… y para adaptarnos con éxito a las dificultades del mundo tenemos que jugar”.
Duración: 7.02 Minutos.
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