Greenpeace se cuelga de la Sagrada Familia en protesta

La organización ambientalista pidió desde el ícono de Barcelona la libertad de los 28 activistas y dos periodistas detenidos en una prisión rusa desde hace un mes y medio, cuando protestaban en una plataforma petrolera en el Ártico.

La famosa basílica de la Sagrada Familia, clásica postal de Barcelona, del genial Antoni  Gaudí, hoy fue escenario de una más de las protestas que vienen realizando los activistas de Greenpeace por la liberación de 28 de sus compañeros y dos periodistas, detenidos desde el 19 de septiembre en Rusia cuando protestaban en una plataforma petrolera, por los riesgos de la explotación del hidrocarburo en el Ártico.

El buque Arctic Sunrise de la organización ambientalista se encontraba en la plataforma Prirazlómnaya, en el mar de Pechora, entre la costa rusa y la isla de Nóvaya Zemliá, cuando fue asaltado por un comando ruso que detuvo a los 30 que iban a bordo y desde el 19 de septiembre todos permanecen en prisión “preventiva” hasta su juicio, fijado para el 24 de noviembre.

En un comienzo los cargos imputados por las autoridades rusas fue de piratería, pero luego fueron rebajados a vandalismo. En la organización todos saben a que se exponen cuando participan de alguna acción de “desobediencia civil”. Sin embargo, la prisión y los vericuetos jurídicos rusos han ido más allá de lo previsto. Con cargos por piratería, el riesgo eran 15 años de prisión. La rebaja a “vandalismo”, podría implicar sentencia a trabajos forzados por 5 años o 7 años de cárcel, además de una multa por 12 mil euros.

En Greenpeace la incertidumbre es inmensa, pese a la confianza en la causa, que vienen defendiendo desde mediados de 2012 cuando iniciaron la campaña por la defensa del Ártico. Explican que los cargos de piratería eran muy difíciles de sostener, pero los de vandalismo no.

La historia se inició el 24 de julio, cuando el buque de la organización zarpó desde Ámsterdam rumbo al Ártico con el objetivo de trepar a la plataforma rusa y desplegar carteles de denuncia advirtiendo de los riesgos de explotar petróleo en un escenario tan sensible como el polo norte, cuyo alarmante deshielo –a causa del calentamiento global- ha despertado la avidez de las gigantes corporaciones internacionales explotadoras del hidrocarburo.

La campaña por la defensa del Ártico no es monopolio sólo de Greenpeace. También la World Wildlife Fundation (WWF) lleva tiempo denunciando las insuficientes medidas de seguridad en el caso de derrame de petróleo en la zona, cuyas consecuencias medioambientales serían inconmensurables, según los mismos expertos petroleros. Informes ecologistas señalan que un vertido de crudo es imposible de limpiar por las bajas temperaturas y puede extenderse a mar abierto sin control.

La plataforma rusa se instaló en 2011 y pese a los intentos de diálogo de las organizaciones ambientalistas, se niega a cualquier revisión.

Al mando de la tripulación del Arctic Sunrise iba el capitán Pete Willcox, norteamericano, 60 años, quien lleva 30 años en Greenpeace defendiendo el medioambiente; y dentro de su tripulación figuraban activistas de 18 países, entre ellos una joven argentina de 21 años, y dos profesionales de la prensa, un periodista inglés y un fotógrafo ruso.

La causa de los ambientalistas, como la campaña para su liberación, ha recibido el apoyo de unos dos millones de personas, entre ellos la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Francois Hollande. Los compañeros de los prisioneros que hoy protestaron en Sagrada Familia señalan que los cargos son absolutamente desproporcionados para la protesta que ellos intentaron realizar.