Milenarias secuoyas californianas amenazadas por su valiosa madera

Árboles que viven entre 2 y 3 mil años  y que pueden superar los 100 metros de altura, están siendo atacados para robar sus bulbos de semillas y su madera. A pesar de estar protegidos, el lucrativo negocio que incluye souvenir y muebles es más fuerte. 

Se dice que son de los árboles más grandes del mundo, pueden llegar a 115  metros, y con certeza son de los más impresionantes. Por ello el bosque de secuoyas del Reedwood National Park, en la costa oeste de EE.UU., California, el más antiguo y grande que queda en el mundo, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1980. Pero el título no los defiende de los ataques de aquellos que buscan su valiosa madera o sus bulbos de semillas.

Durante el último año, 18 secuoyas han sido dañadas y sólo en febrero cuatro fueron destruidas, según informa el diario El País. Conocidos también como palo alto o colorado y por su madera roja altamente cotizada en ebanistería debido a su calidad y color, los redwood trees contienen sus semillas en conos ovoides que luego terminan vendiéndose como saleros o pimenteros y otros de tamaño mayor en el mercado negro pueden transarse en miles de dólares.

Es el comercio el que alimenta el mercado negro, por ello se pide no adquirir productos sin saber la procedencia de la madera. Pero igual se venden muebles, relojes y otros souvenirs, como mesas de café que pueden llegar a 13 mil dólares. Por ello, aunque el crimen se castiga con multas y prisión, los agresores se arriesgan.

“El crimen es equiparable a matar elefantes en África para vender el marfil”, cita el periódico a uno de los guardaparques, quienes para intentar detener a los agresores durante la noche están cerrando parte de la ruta a cuyos lados se encuentran los ejemplares más antiguos.

PROTESTA A 60 METROS

La zona donde están las secuoyas, que pueden vivir entre dos mil y tres mil años, también es parte de una Reserva de la Biósfera, pero hoy apenas contiene un 5% de los bosques que originalmente poblaron las costas del Pacífico, entre Oregon y California.

Desde diciembre de 1997 y por 738 días (hasta diciembre de 1999), estos magníficos árboles se hicieron muy conocidos debido a la protesta de la conservacionista Julia ‘Butterfly’ Hill, quien vivió a 60 metros de altura en una secuoya de más de 600 años, a la que llamó Luna, para evitar que una empresa forestal talara parte del bosque. Su hazaña, realizada a los 23 años, logró salvar los árboles a 100 metros a la redonda de dónde realizó su acto de protesta.

Pero ella -hoy dedicada a la defensa del medioambiente-, no ha sido la única en maravillarse con los redwood trees. Una de las más antiguas ONG ambientalistas es la que en 1918, en EE.UU. se puso como meta defender los que entonces todavía eran densos bosques de secuoyas, ante la tala que ‘imponía’ el progreso y la construcción de carreteras en la zona.

“Aquellos que han tenido la oportunidad de estar en un bosque de secuoyas, saben que hay pocas experiencias de vida que se comparen. Todos podemos estar de acuerdo en que hay lugares en la Tierra que son tan especiales que deben preservarse”, dice el sitio de Savetheredwoods.org, que desde su fundación trabaja por rescatar áreas deforestadas, apoyar la conservación, crear otros parques y reservas de secuoyas. Señalan que a pesar de los años, el trabajo hoy es complejo y quizás más que al comienzo, pues siguen habiendo secuoyas que corren riesgo de ser taladas y que es necesario proteger; las zonas que están en parques estatales o supuestamente ya protegidos se enfrentan a recortes presupuestarios que dejar sin guardaparques zonas de bosque y tala ilegal y la negligencia en su defensa siguen haciendo necesaria su labor.

Quienes van en busca sólo de los bulbos a veces no trepidan en derribar un árbol entero por llevarse el saco de las semillas, otras veces sólo cortan éstas y dejan al árbol a merced de infecciones y enfermedades e imposibilitado de reproducirse. “Estos titanes han sobrevivido tormentas, rayos, fuegos y desastres naturales, pero sobrevivir a furtivos armados con sierras y cadenas es distinto”, señala uno de los encargados de los parques instando a los consumidores a reflexionar sobre ello antes de comprar lo que puede parecer un inocente souvenir.