Campaña internacional busca detener matanza de delfines en Perú

Pescadores artesanales usan la carne como carnada para tiburones, a pesar de una ley que prohíbe la caza y la sanciona como delito medioambiental. Ambientalistas ofrecen recompensas y anuncian la segunda parte “The Cove” para denunciar el caso peruano y esperan que -a diferencia de Japón- tenga un final feliz.

Una campaña conjunta entre entidades conservacionistas pretende presionar a las autoridades peruanas para que pongan fin a la matanza de delfines que tiene lugar de manera ilegal en sus aguas marinas. Ésta incluso considera una recompensa monetaria para quienes entreguen información que lleve a la captura de pescadores y vendedores de carne. También incluye una segunda parte del impactante documental “The Cove” -que denunciaba la carnicería en la costa japonesa de Taiji-, pero ahora centrado en la situación peruana.

Hace 17 años que la caza de delfines está prohibida en el Perú. Sin embargo, sigue ocurriendo. Se calculan entre 5 mil y 15 mil los ejemplares muertos cada año por pescadores artesanales que los usan como carnada de tiburones. En octubre de 2013, la ONG peruana Mundo Azul registró crudas imágenes por las cuales las autoridades anunciaron investigaciones inmediatas y formularon pomposas declaraciones que calificaban el hecho como “delito ambiental”.

A siete meses de aquello y sin ver resultados, los ambientalistas decidieron no esperar más. Fue el director de Mundo Azul, Stefan Austermühle, quien registró las imágenes que sustentan la denuncia y lideró una investigación encubierta sobre el comercio ilegal para consumo humano. A propósito de aquella recibió hace pocos días un reconocimiento por parte de la Coalición Internacional de ONGs de Conservación Marina (que aúna 26 agrupaciones y más de un millón de miembros a nivel mundial) por su extenso trabajo como ‘Defensor de Delfines’.

Arponeros peruanos de delfines.

Arponeros peruanos de delfines.

Austermühle señala que el premio sirve para llamar la atención sobre la campaña iniciada en alianza con BlueVoice, con sede en Florida y 14 años de labor por la defensa de la fauna marina y protección de los océanos. La recompensa consiste en 1.500 soles para quienes den información fidedigna sobre venta de carne o pesca ilegal, garantizando anonimato. Incluso anuncian una aplicación para bajar en celulares que permitirá sacar foto-denuncias y georeferenciar la ubicación del lugar.

THE COVE II

Hardy Jones, periodista y director de BlueVoice, fue de los primeros en los años 60 en denunciar la matanza de delfines y lo hará otra vez en un nuevo libro en preparación. También colaboró con los realizadores de “The Cove” (2010, ganador de un Oscar), cruento documental filmado de manera encubierta en la localidad japonesa de Taiji, que pese a su impacto mundial no logró detener esta práctica, defendida por los nipones como cultural. Cada año en la temporada de caza hay nuevos llamados -y amenazas- para conminarlos a poner un stop, pero nada.

El director de “The Cove” quiere hacer una segunda parte de éste para mostrar la situación peruana, donde se incluirán las imágenes registradas por Austermühle. Y Mundo Azul tiene confianza en que la película pueda, esta vez, tener un final feliz. ¿Por qué? Por que en Perú ya existe una ley que sanciona el delito. Desgraciadamente las autoridades, hasta ahora, niegan la dimensión del problema y han mostrado total indiferencia.

Más de un millón 200 mil personas han firmado una petición en línea que llama al gobierno a tomar medidas concretas para detener el crimen. Gracias a su trabajo, al menos ha bajado la venta de carne o está ocurriendo de manera más solapada. Y cambiar la situación no es tan difícil, según lo ve Austermühle. “Estamos lanzando esta idea pública para dar el gobierno la posibilidad de reaccionar… la solución del problema es extremadamente fácil. Tenemos una ley, solo hay que adicionar cuatro líneas: que se prohíbe el uso y transporte de arpones en embarcaciones”.

No más imágenes como ésta.

No más imágenes como ésta.

Se trata de arpones especiales, grandes y pesados, que no se pueden esconder en embarcaciones pequeñas y cuyo único fin es matar delfines. Bastaría que la ley 26.585, de 1997, incluyera la prohibición de estas herramientas y controlar las embarcaciones antes de salir al mar.

“Queremos que esta película que se va a producir termine bien, con imágenes felices de delfines saltando y el anuncio de que el gobierno está tomando acción y los arpones se prohíben… así el Perú puede ser un líder en conservación -señala Austermühle- en vez de ser asociado a estas matanzas, junto a Japón».