«La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería», dice. Y llama a una conversión ecológica del ser humano, a un cambio revolucionario en el estilo de vida y un regreso a la sobriedad para frenar la vorágine del consumismo. A los poderes económicos los señala como los principales culpables del actual sistema, donde prima la especulación. Publicada hoy por El Vaticano, la «encíclica verde» del Pontífice se hace cargo dramáticamente del Cambio Climático: «Si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas», alerta.
“La Tierra está protestando por el mal que estamos haciendo con ella, debido al uso irresponsable y abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus dueños y dominadores, autorizados para saquearla”, es el duro análisis que hace el Papa Francisco en la Encíclica “Laudato Si, Sobre El Cuidado De La Casa Común», publicada hoy por El Vaticano y que viene a sellar casi 20 años de exhortaciones papales para el cuidado del planeta.
En el documento divulgado hoy -aunque fue filtrado esta semana por la revista italiana L’Expresso-, el Pontífice exhorta a un radical de cambio de estilo de vida y en el consumo energético para frenar la destrucción del ecosistema y evitar las graves consecuencias para la humanidad.
El Papa recorre en 192 páginas todos los temas relacionados con los problemas ambientales del Planeta, desde el tráfico y experimentos con animales, hasta residuos, deforestación de la Amazonia, falta de acceso y privatización del agua, contaminación del aire y acidificación de los océanos. Y sostiene que hay un solo culpable: el ser humano en su afán de un progreso que no considera que los recursos del planeta son limitados.
LLAMADO A LOS PODEROSOS
Y ante ello no duda en culpar principalmente a los poderes económicos y a los gobiernos -por su mirada cortoplacista- y su resistencia a cambiar el modelo de desarrollo. Y también los emplaza a pagar mayormente los costos económicos de la crisis ambiental, rechazando soluciones a medias como los bonos de carbono que «podrían dar lugar a una nueva forma de especulación y no ayudarían a reducir la emisión global de gases contaminantes».
«Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático», escribió Francisco.
Ante el emplazamiento, algunos poderosos ya han reaccionado. En EE.UU., uno de los aspirantes a la nominación del Partido Republicano a la Casa Blanca, hijo y hermano de ex presidentes, Jeb Bush, ya declaró: “Espero que mi cura no me reprenda por decir esto, pero mis obispos o mis cardenales o mi papa no me dictan la política económica”. De familia petrolera, representante de la derecha católica conservadora y de aquellos «negacionistas del cambio climático», Bush añadió: “Creo en una América (…) en la que ningún cargo oficial requiere o acepta instrucciones del Papa sobre la política pública”.
Está claro que el desafío del Papa Francisco es incidir en los poderosos. Y tiene un reto próximo: su viaje a los EE.UU., en septiembre, donde hablará sobre el tema en la Asamblea General de las Naciones Unidas, así como en una reunión conjunta del Congreso norteamericano.
MENSAJE PARA TODOS
El Papa hace distinciones con esta nueva encíclica resaltando que va dirigida no sólo a los católicos sino que “a cada persona que habita este planeta” y acogiendo los ideales del movimiento ecológico mundial, que «ya viajó una larga y rica ruta, y ha dado lugar a numerosos grupos de personas ordinarias que han inspirado la reflexión».
Pero la postura de Francisco no es una sorpresa en El Vaticano. Su antecesor, Benedicto XVI, que algunos se atrevían a llamar el “Papa Verde”, ya había mostrado una preocupación constante por el tema. Ejemplos claros son su mensaje de 2007 en la Jornada Mundial de la Paz en que da cuenta que si la humanidad tiene verdadero interés por la paz “debe tener siempre presente la interrelación entre la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza, y la ecología humana. La experiencia demuestra que toda actitud irrespetuosa con el medio ambiente conlleva daños a la convivencia humana, y viceversa”.
De hecho, el concepto de “crisis ecológica” de la que habló Juan Pablo II ya a mediados de los años 90 es considerado un aporte de Joseph Ratzinger, y los Diez Mandamientos del Medioambiente acuñados en el libro del periodista Woodeene Koenig-Bricker, en 2010, son adjudicados también a Benedicto XVI.
Destacamos algunos de los conceptos vertidos por Francisco en su encíclica:
-«La velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica».
-«Se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables: residuos domiciliarios y comerciales, residuos de demolición, residuos clínicos, electrónicos e industriales, residuos altamente tóxicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería».
-«El medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos. Quien se apropia algo es sólo para administrarlo en bien de todos».
-«De aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos. Supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a «estrujarlo» hasta el límite y más allá del límite».
-«Recuerda con firmeza que el poder humano tiene límites y que «es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas». Todo uso y experimentación «exige un respeto religioso de la integridad de la creación».
-«Las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo».
-«En los países que deberían producir los mayores cambios de hábitos de consumo, los jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu generoso, y algunos de ellos luchan admirablemente por la defensa del ambiente, pero han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos. Por eso estamos ante un desafío educativo».
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