¿Cómo Erik von Baer llegó a patentar quínoa chilena?

La discusión sobre el tema de los transgénicos en el Congreso siempre trae a colación el nombre de Erik von Baer . Al poco tiempo de aprobarse el convenio UPOV91, la prensa dio a conocer la serie de semillas que estaban patentadas a su nombre. Y es que su empresa, Semillas Baer, controla cerca del 50% del mercado en Chile.
Además de ser el padre de la senadora Ena von Baer, quien posee el 15% de las acciones del negocio familiar, es un reconocido agrónomo, especializado en el uso de la genética en los cultivos; premiado en Chile por sus aportes a la innovación agraria de la Revista del Campo de El Mercurio (2008) y por mejorar las semillas de lupino por la Academia de Ciencias Agropecuarias Rusa (2011).
Menos se sabe sobre cómo la familia von Baer llegó a este negocio; un pasado en las SS nazis del abuelo de Ena, su trabajo como genetista en un laboratorio experimental al lado del Campo de concentración Auschwitz, el robo en 1943 de la investigación y bancos de semillas que el genetista botánico ruso Nikolai Vavilov había realizado sobre el lupino por los nazis (que no pudieron aprovecharse en Alemania pues el régimen estaba cayendo), la llegada de los von Baer a Chile cinco años más tarde… ver más en extenso y documentado artículo publicado originalmente en la revista virtual Politika y replicado por varios medios digitales.
Tan novelesca como esa, es la historia que habría tras la patente de quínoa que Erik von Baer tiene a su nombre, según publica www.elciudadano.cl.
Uno de los protagonistas en la recuperación de cultivos de quínoa en Chile es el agricultor Pablo Jara, reconocido en Italia con el premio Slow Food el año 2001 por la promoción del cultivo de quínoa; orador del Día Mundial de la Alimentación en 2004, Roma; colaborador en 2005 del proyecto Innova Chile de Corfo, recolectando semillas de quínoa para el Banco del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, Inia, de Vicuña.

En entrevista citada, Jara hace historia y recuerda una anécdota notable:
“El Presidente Allende era médico, y sabía de la importancia de la alimentación: él nos puso a comer pan negro y la gente no lo entendía en ese tiempo. Allende escribió al dorso de una tarjeta de mi amigo Ingo Junge, ingeniero industrial de la U. de Concepción: “En Santiago estamos hueveando… Dedícate a la quínoa”.

Jara, hoy miembro de la Asociación de Agricultores Orgánicos Tierra Viva, asegura que su amigo Junge cumplió la misión y resistió con sus cultivos hasta mediados de los 80, en la zona de Talca. Más tarde Jara pudo recolectar entre la Sexta y Séptima regiones cerca de 32 variedades de semillas de pequeños agricultores.
Relata, entonces, que a solicitud de Erik von Baer en 1987 le regaló semillas, así como ha hecho siempre. El no vende, la regala o intercambia por un asunto de principios. (“El gesto que hay que hacer es regalar –señala-. Lo contrario es lo que quiere hacer Monsanto
Dice que von Baer ha hecho una modificación para hacerla ‘distinta’ y poder registrarla: “La planta característica tiene un cogollo alto y erguido. En la de von Baer el cogollo se agacha. Pero su quínoa es blanca, y eso me reafirma la idea de que está hecha a partir de semillas de la Sexta Región.”
Revela también que entregó semillas a comunidades mapuches, llegando a 51 kilos entregados: “Uno de ellos lloró en mi hombro y me dijo ‘Mi abuelo durante muchos años nos dijo que buscáramos la quínoa y tú vienes así, ¿qué nos vas a pedir a cambio?’ Yo le respondí ‘Invíteme a comer cuando ya la tengas incorporada a tu mesa. La quínoa era de ustedes…”

Cuenta, también, que en esos años no había interés estatal por recuperar y reintroducir masivamente estos cultivos. Luego, en 1999 y 2001 hubo algunos proyectos con platas municipales en zonas indígenas, con semillas de la Sexta y Novena Región, además de semillas von Baer.

“Yo pienso que Baer no puede hacer nada contra quienes cultivan quínoa, porque es fácilmente demostrable de dónde viene su semilla original. El empezó a trabajar mucho después. Cedió la patente notarialmente por cinco años a su hija Ingrid. El problema radica en que se la puede vender luego al Inia, porque esa entidad está entregando todo a los empresarios y sólo le interesa generar ingresos haciendo pruebas de transgénicos para las empresas. El convenio Upov 91 es una locura. Si llenan los campos con quínoa transgénica van a usar el herbicida Roundup y van a morir todos los parientes silvestres de la quínoa como la quingüilla, las acelgas… son de la misma familia, de las quinopodáceas. ¡Cómo puede Chile atreverse a entregarlo todo a cambio de lo que está exportando, por ejemplo, manzanas! Espero que exista la cordura necesaria para preservar nuestras fuentes de alimentación. Bolivia logró que una universidad norteamericana tuviera que retirar las patentes de quínoa que había presentado la Universidad de Colorado, en ese lote iban también variedades de quínoa chilena, Nilahue, Cáhuil, Don Ramón, que yo había regalado a un norteamericano.”

El notable recorrido que ha hecho Pablo Jara para que hoy estemos incorporando cada vez más la quínoa a nuestra dieta se puede repasar en detalle en http://www.rgv.ucv.cl/Articulo%2042-2.pdf Se trata del documento “Viajes de la Quínoa en Chile”, publicado por la Revista Geográfica de Valparaíso, 2009.

¿Quiere saber dónde se vende la quínoa de Erik von Baer en Santiago, para evitarla? Ir a www.elciudadano.cl/2011/07/11/38274/el-robo-de-la-quinoa-andina-y-el-lupino-ruso-por-el-imperio-von-baer/