Son hasta 15 mil delfines cazados cada año en aguas peruanas para ser carnada de tiburones, según la ONG Mundo Azul. Una cifra que ha logrado remover a las autoridades peruanas en una polémica que explotó el viernes pasado y que este lunes obligó al viceministro de Pesquería local, Paul Phumpiu, a anunciar que de comprobarse la denuncia podría restringirse temporalmente la captura y comercialización de tiburones.
Phumpiu afirmó que «hay algunos malos elementos que hacen actos delincuenciales», enfatizando que la caza o captura de delfines en el Perú está totalmente prohibida y es un delito ambiental.
Ya el viernes anunció que será el Instituto del Mar del Perú el que investigue las imágenes difundidas por la organización ambientalista Mundo Azul (puedes verlas aquí), dirigida por Stefan Austermühle, para dar con aquellos hombres que aparecen faenando los ejemplares y los reducen a carnada. La ONG denunció que hasta 15 mil son los animales sacrificados cada año por los pescadores que con la sangre y grasa atraen tiburones, a los que les extraen sus aletas para la comercialización.
El Ministerio del Ambiente anunció también este lunes la creación de un equipo de trabajo que estará encargado de investigar las denuncias sobre caza ilegal de delfines y de tiburones jóvenes en las aguas peruanas.
El Ministerio de la Producción peruano emitió una declaración el pasado viernes ante el impacto de la denuncia en el que condenó «este delito ambiental que cometen personas que manchan el oficio de los hombres de mar y que van en contra de las normas de protección y conservación de los cetáceos menores en el mar peruano, poniendo en riesgo la sostenibilidad de la especie».
Perú, según subraya el organismo estatal, tiene normas vigentes para la protección de los delfines y es parte de los acuerdos internacionales que buscan su conservación. La Ley N° 26585, 1996, «declaró como especies legalmente protegidas a los delfines y otros cetáceos menores que habitan en el mar peruano y prohibió su extracción, procesamiento y comercialización, con la finalidad de garantizar su subsistencia».
Pese a la legislación vigente, la toma de conciencia en relación a los delfines es baja aún en el mundo. Este no es un hecho aislado. En Japón, que oficialmente niega las matanzas, cada año tiene lugar una sangrienta cacería en las islas Taiji. Aunque ha sido denunciada y documentada, aún no es posible detenerla.
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