El documental “The 11th Hour”, producido y narrado por Leonardo DiCaprio, si bien expone las dramáticas consecuencias de la sobreexplotación de recursos en la voces de destacados científicos, pone el acento también en los responsables, el lobby petrolero, que frena los cambios. Y en el problema de fondo: somos producto de un sistema que fomenta el trabajo para consumir y tirar. ¿Se pueden hacer las cosas de otra forma?: Sí, pero no queda demasiado tiempo.
Leonardo DiCaprio hace bastante tiempo dejó de ser un niño bonito de Hollywood. Con una carrera consolidada, con un Oscar por su papel en “Diamante de sangre” y muchas otras nominaciones como mejor actor, casi desde que empezó a actuar (memorable en “¿A quién ama Gilbert Grape?”, como un chico deficiente), a los 38 años tiene claro donde está parado. Y por que lo sabe, es desde hace varios años un activista medioambiental declarado.
En 1998 creó la Fundación Leonardo DiCaprio que desde entonces ha colaborado con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), con Oceana y la Fundación de Dian Fossey, la zoóloga asesinada en Ruanda que inspiró la película “Gorilas en la Niebla”, en distintos temas, pero con un foco: crear conciencia.
Hace sólo unos días entregó una donación importante para proteger a los tigres de bengala, cuyos dineros provenían de una subasta llamada la “11 horas de Caridad”. El nombre del evento no es casual.
En 2008 DiCaprio estrenó un documental titulado “The 11th Hour”, traducido como “La última hora”, proyecto que produjo y narra, pero en el que –ciertamente- lo menos importante es su presencia en pantalla.
RECIEN LLEGADOS
El calentamiento global producido por los gases efecto invernadero debido al uso y abuso del petróleo y carbón, la deforestación, la degradación de los suelos, las millones de toneladas de basura tirada al mar, por supuesto están muy bien explicadas por un puñado de destacados científicos, entre ellos Stephen Hawking, quien plantea que no se sabe que podría pasar si seguimos en la senda que llevamos; tal vez la Tierra acabe como su planeta hermano, Venus, con 250° de temperatura y lluvias ácido sulfúrico, dice.
En los primeros minutos hay datos bien notables, como el que explica que la presencia del hombre en la Tierra, en un calendario ficticio de un año, se ubica 15 minutos antes de la medianoche del 31 de diciembre; así de recién llegados somos y la hemos dañado como sus peores enemigos.
El desastre medioambiental que tenemos partió en el siglo XIX con la invención de la máquina a vapor; hasta entonces habíamos vivido sólo con la luz solar como fuente de energía y así nunca hubo superpoblación mundial. Cuando se descubrió que había luz solar almacenada en el carbón y petróleo, todo cambió. Este último ha sido el medio para explotar el resto de los recursos, se produjo la revolución agrícola y en poco más de 100 años pasamos de 2.000 a 3.000 millones de habitantes. De manera “natural” el planeta no podría mantener a más de 1.000 millones.
Los datos impactan: el 30% de los suelos del planeta están “gravemente degradados” y eso lo han hecho las prácticas agrícolas; la salud de los océanos depende de la renovación de las aguas, que las superficiales bajen y las profundas suban, pero una alteración de la temperatura puede alterar todo el ciclo; la tala de un árbol, en una inundación de 25 a 30 centímetros, puede hacer la diferencia: cada árbol grande es capaz de absorber como una esponja unos 216 mil litros y luego devolverlos al sistema…
EL PETROLEO, LOS DESECHOS, EL CONSUMO
Ante todo esto ¿por qué no reaccionamos, qué fuerzas impiden el cambio? A partir del minuto 40, el documental gira y se centra en los responsables: “la globalización económica empresarial, que ve en bosques, ríos, océanos sólo bienes para comprar, vender, destruir, intercambiar y repartir”.
El lobby petrolero y su influencia en la política y toma de decisiones sale rápidamente a escena; Rick Plitz, cabeza del Programa Científico del Cambio Climático, responsable del informe 2003 “Our Changing Planet”, cuenta cómo el encargado del Consejo de Calidad Ambiental estadounidense lo censuró; un abogado, no un científico, “que antes de llegar a la Casa Blanca era parte del Instituto Americano del Petróleo”.
¿Y la producción industrial? Está mal, haciendo un paralelo se puede decir que “por cada camión de producto perdurable, se generan 32 camiones de residuo”.
El problema, sin embargo, no es el abuso de la tecnología, el dióxido de carbono, el calentamiento global, que son síntomas. El problema es algo más grande: es cultural. “Somos el resultado de 500 mil millones de dólares de publicidad al año”. Un estudio entre jóvenes de primer año de universidad señaló que son capaces de reconocer 1.000 logos de empresas y no más de 10 especies de plantes y animales…
Somos resultado de un sistema en el que se trabaja para gastar, para consumir y tirar.
Aunque a esas alturas del metraje, se puede caer en la depresión, nuevamente el documental da un respiro y muestra cómo los conocimientos, la tecnología y la ciencia, pueden abrir caminos para hacer las cosas distintas, porque se pueden hacer distintas.
De seguir por el mismo camino se llegará al desastre total. Pero la Tierra se regenerará, las aguas volverán a ser impolutas y los campos y los bosques estarán verdes otra vez. La Tierra tiene todo el tiempo del mundo, dicen los científicos, pero nosotros no.
“No nos queda una hora para actuar… nos queda un segundo”.
Duración: 1.28 Minutos. Doblada al español.