La medida, aunque simbólica, abre una esperanza. El chino es el mayor mercado mundial de colmillos de elefantes. Ante una reciente prohibición sobre consumo de aleta de tiburón, ambientalistas señalaron optimistas que ‘lo que hace el gobierno marca un liderazgo en la sociedad’. Quizás es posible esperar lo mismo con la compra de marfil, que estimula la caza ilegal y está diezmando al gran mamífero.
Seis toneladas de marfil. Una montaña de adornos, tallados y colmillos, fueron destruidos hoy en China, en lo que defensores de los animales calificaron como “medida sin precedentes” por las autoridades de ese país y que ecologistas de todo el mundo señalan como el mayor mercado mundial de colmillos de elefantes.
Se trata de una medida simbólica que busca desincentivar la caza ilegal que está diezmando las poblaciones de elefantes, y que en noviembre pasado realizó también EE.UU. Sin embargo, que lo haga China abre esperanzas. A fines de diciembre las autoridades del país también prohibieron la sopa de aletas de tiburón, que redunda en la muerte de millones de escualos en el mundo. Observadores señalaban entonces que el país es disciplinado y si el ejemplo viene de arriba, tendrá impacto en la población. Es posible que pase lo mismo con el marfil.
La destrucción de este acopio por dos trituradoras -que incluso requirió de trabajadores que cortaban los colmillos demasiado grandes con sierras circulares antes de ser pulverizados-, es el primero a gran escala que tiene lugar en Dongguan, provincia de Guangdong, en el sur de China, donde está la mayor parte del comercio de marfil.
El marfil es llamado también “oro blanco”, ya que puede llegar a costar 2 mil dólares el kilo en el mercado negro. Y en el mundo asiático y en China en particular es un símbolo de estatus, cuya demanda ha subido debido al rápido crecimiento de la segunda economía mundial, que ha creado una amplia clase media con medios para adquirirlo.
Las 6.1 toneladas destruidas, según las autoridades, son sólo una parte de las existencia ilegales confiscadas por aduana provenientes de África, pero la cifra total no fue revelada.
Lo que si se sabe es que de continuar el mismo ritmo de caza de los últimos años, el continente negro perderá en un 20% de sus elefantes en la próxima década.
FILIPINAS, EE.UU.,GABON
El primer país asiático en mandar una señal al respecto fue Filipinas, que en junio de 2013 destruyó más de 5 toneladas de marfil confiscado desde 2009, por un valor de 10 millones de dólares. Le siguió en noviembre, EE.UU. con la quema de 6 toneladas de marfil confiscadas durante 25 años.
En África, en junio de 2012, Gabón quemó más 4.500 kilos para dar señales a la población de que no es posible seguir cazando elefantes. Allí la especie, de zona boscosa, es más pequeña que la de la sabana y tiene un marfil rosado más atractivo. Se calcula que la mitad de los que quedan, no más de 100 mil en las selvas del centro de África, viven en Gabón. La lucha es ardua:
“En los últimos años, 10,000 elefantes en Gabón han sido aniquilados, algunos derribados por cazadores pobres que recorren la selva con armas oxidadas y están dispuestos a que les paguen con sacos de sal, otros abatidos en masa por pandillas criminales que rebanan los rostros de los elefantes con sierras eléctricas. Las cárceles de Gabón están llenas de cazadores furtivos y traficantes de marfil de poca monta, hombres y mujeres menesterosos…” señala un elocuente artículo The New York Times.
La medida de la incineración o trituración pretende, además, evitar la venta por funcionarios corruptos, cosa que ya ha ocurrido en todo el mundo. Incluso en Gabón, tras las quemas, que tomaron tres días, los policías debieron custodiar hasta las cenizas; en Asia el polvo de marfil, como de cuerno de rinoceronte, se le atribuyen poderes medicinales y afrodisíacos.
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