El narcotráfico también mata selvas tropicales

La militarización de la guerra contra las drogas en México ha empujado la actividad ilegal hacia el sur con serios efectos medioambientales. Las tasas de deforestación han aumentado en paralelo a las actividades ilícitas de los carteles del narcotráfico.  

El enfoque militarizado de enfrentar el problema de las drogas en México ha desplazado la actividad de los narcotraficantes hacia el centro y sur de América Latina devastando amplias zonas de bosque y selvas. Esta es una de conclusiones a las que ha llegado un estudio de la Universidad Estatal de Ohio, llamado “Políticas de Drogas como Política de Conservación: Narco-Deforestación”, publicado en el último número de la revista Science

Cocaína y marihuana siempre han transitado de contrabando por América Central rumbo a mercados norteamericanos, pero la investigación señala que la tasa de deforestación ha aumentado rápidamente en áreas remotas de Honduras, Guatemala y Nicaragua, en los últimos siete años, tras la ofensiva contra los narcotraficantes en México.

Entre 2007 y 2011 el nivel de deforestación en Honduras ha aumentado cuatro veces, en paralelo a movimientos de cocaína en el país. Según los autores, la deforestación base en la región es de 20 kms.2 por año. “Bajo ‘el narco-efecto’ vemos más de 60 kms.2 por año. En algunas partes de Guatemala las tasas son aún mayores. Estamos hablando de hasta un 10% de deforestación, lo cual es simplemente asombroso”, dice la geóloga Kendra McSweeney.

TALA Y PISTAS CLANDESTINAS

Lo primero que se evidencia tras el arribo de narcos a una nueva zona, son los ‘despejes’ de bosque para construir pistas de aterrizaje clandestinas en bosques remotos. En 2012 Guatemala destruyó 50 pistas clandestinas, mientras Honduras reconocía la existencia de más de 200 en la región cercana al Atlántico. Los autores del estudio sospechan que esto, además, estimula a ganaderos, traficantes de madera y cultivadores de aceite de palma a ampliar sus actividades; los deforestadores clásicos de la selva amazónica en América del Sur.

A mediados de 2011 y por petición de Honduras, la Reserva Río Plátano por segunda vez era incluida en las listas de Patrimonio de la Humanidad en Peligro, de la UNESCO, tras ser declarada reserva de la biosfera en 1982. “La zona ha sido violentada por la tala ilegal de árboles, la quema de tierras para actividades agrícolas y la presencia de narcotraficantes”, señalaba entonces la policía hondureña. “En la biósfera, además de la cuenca principal del Río Plátano, existen otras subcuencas que son aprovechadas por narcotraficantes para transportar los estupefacientes”, explicaban.

Las poblaciones nativas también se ven afectadas. Indígenas y ecologistas tienen miedo de denunciar y quienes lo han hecho han sido silenciados. La tasa de homicidios más alta a nivel mundial hoy la tiene Honduras. El enfoque militarizado de enfrentar el flagelo del narcotráfico, es equivocado, dicen los responsables de la investigación, solo ha empujado a los narcos a otras áreas, presionando zonas vulnerables de bosques importantes para el planeta.