La medida es parte de una ingeniosa iniciativa que lentamente comienza a ser aceptada entre los miembros de un culto cristiano con raíces zulúes, que ancestralmente han usado la piel de leopardo como símbolo de poder y orgullo. Las pieles falsas son fabricadas en China y las está utilizando un 10% de los fieles.
Las pieles de leopardo colgadas desde el cuello sobre la espalda son símbolo de poder, orgullo y realeza entre los seguidores de la Iglesia Bautista de Nazareth, también conocida como Shembe, mezcla de cristianismo y costumbres de la cultura zulú. Pero un entendimiento entre la ONG conservacionista Panthera y líderes religiosos están intentando cambiar las pieles originales por otras sintéticas de origen chino, para defender a las amenazadas poblaciones del felino en alarmante disminución.
Durante los últimos cuatro meses, en el culto se han estado utilizando pieles falsas en sus ceremonias, lo que les permite mantener sus tradiciones y es una alternativa más amigable con el leopardo africano. La especie está en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), en categoría ‘casi amenazada’ y se estiman entre 5.000 y 7.000 los ejemplares que quedan en Sudáfrica. El leopardo es el más pequeño de los cuatro gatos grandes (tigre, león y jaguar) y ha desaparecido de casi el 40% de su área de distribución histórica en África y de más del 50% de su hábitat de Asia. Está extinto en seis países que antes habitó.
Shembe es uno de los cultos más extendidos hoy en el país y sus miembros superan los 5 millones. El conservacionista Tristan Dickerson relataba hace dos años que en cualquiera de sus reuniones religiosas eran cientos los fieles con pieles y él mismo había participado en investigaciones junto a la policía donde recuperaron más de 90 pieles en un pueblo, destinadas a confeccionar ropa para miembros de la iglesia.
COMERCIO ILEGAL
La especie también está protegida por la Convención sobre Comercio Internacional de Especies en Peligro (CITES), y su venta o posesión es ilegal en Sudáfrica. Sin embargo, el comercio se realiza igual; las pieles llegaban a costar 440 dólares, muchas provenientes de África del Sur, Mozambique, Zimbabwe y Malawi. Se supone que altas personalidades del país que usan las pieles deben contar con un permiso especial estatal, pero ¿quién puede controlar eso?.
En el papel, los permisos de caza son asequibles por altas sumas de dinero sólo para turistas extranjeros. Y caen al año por este concepto 150 leopardos. En la realidad que constatan conservacionistas, los leopardos no mueren sólo por la caza furtiva para el comercio ilegal de carne, sino que son constantemente vigilados e incluso envenenados para conseguir sus pieles.
“Esta es la mayor exhibición de contrabando ilegal de vida silvestre en la Tierra”, señala Guy Balme, director del programa de leopardo en África del grupo conservacionista norteamericano Panthera.
HERMOSA, PERO FALSA
Fue el mismo Dickerson, coordinador y responsable de la iniciativa, quien hace unos años viajó a China para desarrollar una piel alternativa, pero realista, para luego proponérsela a los líderes de la iglesia. ‘Es hermosa, pero no verdadera’, le dijeron en un comienzo, argumentando que la real puede durar 20 años, mientras la sucedánea se desgastará rápido.
Entonces, las autoridades mayores señalaron que ellos no podían usar pieles falsas, pero considerando que los precios de pieles de leopardo iban en alza, lo mismo que los adeptos a su religión y que no sabían de la situación en peligro de los animales, evaluarían la posibilidad.
Cuatro años han pasado desde aquello. Hoy el 10% de los fieles usan estas pieles sintéticas, estiman en Panthera. La ONG pretende entregar 6 mil ‘pieles’ de manera gratuita de aquí a mediados de 2014. Y esperan que en unos dos años, un 70% de los bailarines de las ceremonias vistan con prendas chinas.
La aceptación de la ingeniosa iniciativa ha sido lenta y difícil, pero avanza porque está respaldado por los líderes religiosos e incluso ha motivado la realización de un documental. Acá su trailer en inglés.
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