Francia aprueba ambicioso proyecto hacia la sostenibilidad

Guerra a las bolsas plásticas y residuos, castigo a la obsolescencia programada con multa y cárcel, estímulos para el transporte limpio, el uso de bicicleta y el cambio a autos eléctricos o híbridos, son algunas de las acciones de este plan francés. También apostará por las energías verdes y renovables en detrimento de la energía nuclear. Se trata de un nuevo modelo de desarrollo que pretende convertir a este país en «una potencia verde», según la ministra de Ecología. 

Por una mayoría en la Asamblea Nacional, Francia aprobó hoy un Proyecto de Transición Energética que en varios aspectos pretende dejar al país como líder en sostenibilidad ambiental. La normativa considera bajar del 75 al 50% la generación eléctrica vía centrales nucleares al año 2025, lo que ya es bastante para el país más dependiente del mundo en esta materia. Además introduce une serie de cambios en transporte, fomento al uso de bicicletas, reducción de residuos, prohibición de bolsas plásticas y obsolescencia programada.

Por 314 votos a favor, 219 en contra y 32 abstenciones, los diputados galos aprobaron la iniciativa que implicará el cierre de hasta 20 centrales nucleares de las casi 60 que están operativas. Francia genera un 78% de su energía eléctrica de reactores nucleares, de los cuales un tercio bordeará los 40 años en 2020, tiempo que se considera seguro su funcionamiento. La decisión marca un punto de inflexión, pues en forma paralela prevé aumentar las fuentes renovables no contaminantes (eólicas y solares) hasta que supongan un 32% del total en 2030, apostando paulatinamente por la diversificación energética.

Para acelerar la renovación energética de los edificios (reducir las facturas y crear puestos de trabajo), a partir de 2017 habrá beneficios fiscales y préstamos bajos en intereses para la población más modesta que beneficiaría a unos 500 mil edificios.

contaminacion paris

París enfrentó este año críticos episodios de contaminación.

También se propone bajar a la mitad el consumo energético del país y reducir en un 40% las emisiones de gases efecto invernadero al año 2030 y a un 25% al 2050. El uso de combustibles fósiles deberá reducirse en un 30% en el horizonte de 15 años. Para estimular el cambio de los automóviles diesel a eléctricos, se entregará un beneficio que podrá llegar a los 10 mil euros. Y al 2030 se prometen 7 millones de puntos de recarga para coche híbridos y eléctricos. Los vehículos estatales deberán cambiar a este tipo de vehículo en una proporción de uno cada dos nuevos adquiridos y el transporte en uno de cada diez.

En París se fomentará fuertemente el uso de bicicleta. No sólo se construirán más estacionamientos exclusivos para el vehículo de dos ruedas, sino que se contempla un incentivo monetario para las empresas cuyos empleados acudan en bici al trabajo. Y las compañías con más de 100 empleados estarán obligadas a presentar un plan que promueva el coche compartido, el transporte público o el uso de bicicleta. Lo anterior se suma a una serie de medidas ya implementados en la ciudad, que buscan luchar tanto contra la congestión como la contaminación.

BOLSAS PLÁSTICAS Y OBSOLESCENCIA PROGRAMADA

No es todo. Las bolsas plásticas quedan prohibidas en todo el país a partir de 2016, también la vajilla plástica, habituales en los servicios de comida rápida, pero desde 2020. Y una medida que seguro tendrá en enorme impacto, dados los objetivos de reducción de desechos, será la penalización de lo que se conoce como obsolescencia programada. El concepto no es más que el lapso de vida útil de cualquier artefacto y que es determinado por el fabricante con antelación. Para los infractores se establece una multa de 300 mil euros y dos años de cárcel. La medida fui incluida en enmienda al proyecto por la bancada ecologista y considera fraude y engaño al consumidor que en los procesos de fabricación se establezca la caducidad de cualquier electrodoméstico, aparato electrónico, ampolletas y otros.

Esto, en buenas cuentas, es lo que mueve el consumo obligado: cuando algo falla y no hay repuestos para hacer reparaciones, no queda más que comprar un nuevo producto. Las montañas de chatarra eléctrica y electrónica del mundo desarrollado -48.9 millones de toneladas en 2012, que aumentarían un 33% para 2017-, son culpables de un enorme daño a la salud y al ambiente en países pobres, donde habitualmente terminan. El documental “La tragedia electrónica”, de reciente estreno en la Unión Europa, da cuenta de ello.

La ministra de Ecología Ségolène Royal afirmó que «se trata de un nuevo modelo de desarrollo que permitirá a nuestro país aprovechar plenamente sus activos para convertirse en una importante potencia amigable con el medio ambiente». Ahora, la ley irá a Senado, donde se prevé aprobación en una sola sesión para ser ratificada por procedimiento abreviado. Según sus detractores, el principal problema del proyecto estriba en los 10 mil millones de euros que tiene como costo aproximado en tres años. El gobierno espera reactivar la economía con unos 100 nuevos empleos y bajas en los boletas por electricidad.