Escasez hídrica en Brasil y Chile: la sequía ya está aquí

Sao Paulo, Brasil, con más 20 millones de habitantes vive su peor crisis de agua en 85 años. En Chile, hace 50 años que el centro y sur no enfrentaban escenarios tan adversos. En el país de la samba acusan al poder de esconder y negar la urgencia de la situación, acá aún no se entiende que la prioridad es la población, no las actividades productivas. Hay que replantearse nuestra relación con el medioambiente. Y en ello, el agua es lo más urgente.

Un respiro. Eso dicen los diarios que fueron  las lluvias del  pasado 1 de febrero  sobre Sao Paulo: hicieron subir de 5 a 5.1% el nivel de las represas de Cantareira, que abastecen a un tercio de su población (6.5 millones de personas). El estado más rico y poblado de Brasil, poco más de 20 millones en su área metropolitana, sufre su peor sequía en 85 años.  Los usuarios  denuncian que el suministro hoy se corta por tres días seguidos, pero lo peor puede estar por venir: si no llueve, el racionamiento será de 5 días a la semana.

A mediados de 2014 la fiscalía brasileña recomendó iniciar el racionamiento, pero los responsables políticos del estado como la empresa pública a cargo del suministro negaron la urgencia de la situación. 

Este verano seis municipios cancelaron ya las celebraciones del próximo carnaval – 13 a 18 de febrero- y en Río, bajo temperaturas promedio de 38 grados en lo que está siendo el verano más caluroso desde 1917, no habrá manguera para refrescar al público durante el desfile de las escuelas de samba.  El abuso de agua y electricidad durante esta temporada ya produjo el 19 de enero un apagón en 11 de los 27 estados de Brasil. Se estiman en 48 millones los afectados por esta crisis hídrica que azota el sureste del país.

Las alertas no son recientes. En noviembre pasado, Sao Paulo empezó a usar parte del “volumen muerto”  de sus represas, o sea el fondo de los estanques, que nunca antes se habían utilizado. Lo mismo ocurre en Río desde mediados de enero. Y la mitad de la estación más lluviosa ya pasó.

La crisis hídrica y energética se veía venir y no se hizo nada, acusan todos: prensa, analistas, oposición, ciudadanía. Para no afectar las elecciones de octubre  y la reelección de Dilma Rousseff. “La población ha descubierto que las autoridades no sólo falsearon la realidad sino que no saben qué hacer ahora, cuando el desastre se nos ha venido encima”, señala ayer una columnista en el diario El País de España, en un elocuente análisis: ‘se ofreció a los electores  la oportunidad de fingir que todo estaba controlado, así, nadie necesitó moverse, cambiar hábitos perniciosos ni asumir la responsabilidad de economizar agua’, afirma Eliane Brum, escritora y documentalista brasileña.

Incluso cita un estudio realizado hace seis años e ignorado, que auguraba “guerras por el agua” en algunas regiones si no se tomaban medidas.  En Itú, ciudad dormitorio de Sao Paulo, ya se han vivido situaciones extremas, como camiones aljibes escoltados por la policía y asaltos para robar… agua.

CIUDADANÍA INFORMADA POR SUS PROPIOS MEDIOS

Si algo bueno  trajo esta crisis es que la gente se organizó, porque no cree más en sus autoridades, señala Brum. Y sí. En octubre surgió el colectivo paulista Alianza por el Agua, integrado por una veintena de organizaciones civiles que parte exigiendo transparencia a los líderes políticos, pero al mismo tiempo propone una serie de medidas. Entre ellas, multas por desperdicio y utilización abusiva de agua; moratorias a los grandes consumidores de agua –industrias de celulosa, gaseosas, etc. y servicios- que garanticen la recarga de los acuíferos de agua; políticas de reutilización de aguas de alcantarillado y recogida de aguas pluviales, protección de las fuentes de agua, recuperación de los bosques y áreas degradadas, hasta incentivos a aquellos que mantengan los árboles en sus propiedades”.  

Para “documentar el colapso del agua” periodistas independientes también hacen lo suyo desde Cuenta del Agua.  Y hay una psicóloga que inició un boletín que la columnista señala que se ha convertido ya en referente en redes sociales. De gestión de recursos hídricos ella no sabe nada, pero dice que sí sabe de negación y afirma que hoy ésta es la política de gobierno ante la crisis: “porque nadie cree de verdad que el agua se vaya a acabar”.

Medios tradicionales y TV no ayudan insinuando que la crisis del agua y los apagones se deben a proyectos hidroeléctricos detenidos por la oposición medioambientalista. Eso es mal informar, afirma: “las cuestiones medioambientales deberían estar en lo más alto de nuestras prioridades si quisiéramos tener alguna oportunidad”.

NUESTRO CLIMA YA ES EXTREMO Y EL AGUA ES LO MÁS URGENTE

Las hidroeléctricas en medio de la amazonia –además las forestales y el negocio agropecuario- son responsables de la deforestación de una selva que tiene importancia para regular el clima no sólo brasileño, sino mundial; las represas se llenan con agua pero no sirven para nada si no llueve. Y no llueve porque se ha alterado el clima debido a la deforestación, al abuso del agua y la contaminación que agudiza el calentamiento global.

La verdad es algo más compleja. En Brasil se acusa al gobierno de que en vez de concientizar a la población para ahorrar porque los recursos son finitos, se estimuló el consumo y tampoco se hacen esfuerzos por diversificar las fuentes de energía. A cambio, se insiste en llevar adelante hidroeléctricas en el Amazonas, de las cuales Belo Monte es emblemática: borrará una franja de selva al norte del país y será la tercera mayor del mundo con un presupuesto de 14 mil millones de dólares y acusaciones de etnocidio indígena; y todo en medio de un escenario global que ya cuestiona este tipo de proyectos (Ver “DamNation”, documental sobre los desastres  dejados por las grandes represas en EE.UU.)

Belo Monte: en Brasil, indígenas se toman instalaciones de la represa, la primera de una serie en el Amazonas, que ya ha limitado su acceso al río y ha disminuido la población de peces de la cual dependen para sobrevivir.I

Belo Monte: en Brasil, indígenas se toman instalaciones de la represa, la primera de una serie en el Amazonas, que ya ha limitado su acceso al río y ha disminuido la población de peces de la cual dependen para sobrevivir.I

Necesitamos cuestionar nuestra relación con el planeta y el medioambiente, sugiere. Nuestro clima ya es extremo y necesitamos prepararnos, cambiar. Y el agua es lo más urgente, en el mundo entero: “no puede ser vista nunca más como una mercancía”.

EL AGUA EN CHILE: PENDIENTE

Eso pasa en Brasil. Pero también en Chile. El sur enfrenta uno de sus veranos más secos de los últimos 50 años. Casi no ha llovido en lo que va del año en las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos. Para marzo se espera lo más duro, cuando las napas de agua estén en su nivel más bajo. Las praderas están secas y no hay alimento para el ganado. Las zonas más afectadas desde la primavera reciben agua en camiones aljibes.

En la Región de Coquimbo, en diciembre los embalses alcanzaron mínimos históricos , con apenas un 6.7% de su capacidad total.

En la Región de Coquimbo, en diciembre los embalses alcanzaron mínimos históricos , con apenas un 6.7% de su capacidad total.

En la Región de Coquimbo los bonos en dinero parecen ser la única forma de ayudar a pequeños agricultores, crianceros y apicultores afectados por la sequía, tanto en el gobierno anterior, como en el actual. Ayer la empresa responsable de la distribución de agua potable en la región afirmaba que se trata de la sequía más grave en los últimos 46 años.  Algunos datos del último informe sobre la situación hídrica: hace 4 años había 120 mil hectáreas cultivadas en la región, hoy apenas 53 mil.

Es allí, en la Región de Coquimbo, comuna de Los Vilos, donde también se encuentra Caimanes, pueblito de cerca de mil habitantes que desde hace más de 65 días mantiene tomado un camino, en protesta y para que la minera Los Pelambres (Grupo Luksic) cumpla la sentencia de octubre de la Corte Suprema (aquí toda la historia), que le ordena “permitir el escurrimiento natural de las aguas del estero Pupío a la comunidad, libre de contaminación de desechos provenientes de (su) tranque (de relaves)”.

Otra vez la pelea por el derecho más básico, el agua, y que ha pasado prácticamente inadvertida en los grandes medios de comunicación. En Chile, la tarea por este derecho esencial está aún pendiente. El actual Código de Aguas entrega derechos a perpetuidad y gratuitamente, que luego son explotados por privados –mineras, agroexportadoras, hidroeléctricas, forestales-, con perjuicio a la población.

Un reciente informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos realizado en la Provincia de Petorca (La Ligua, Cabildo, Zapallar, Papudo, Petorca) constató la escasez y contaminación del recurso en la zona, los que están asociados no sólo a fenómenos de sequía, sino a la sobreexplotación y lo más grave a la sobre-concesión; esto es, que se entregan más derechos de aprovechamiento para fines productivos de los que disponen los acuíferos.

Chile tiene las aguas más privatizadas del mundo y las reformas al Código de Aguas no cambian esa situación. Pero acá, como en otros países, la población se ve cada vez más afectada y por ello se multiplican las “Marchas por el Agua”, que seguro no pararán, mientras en Chile el agua siga siendo una mercancía.