Para dar una mejor calidad de vida a sus cetáceos, el zoo de la ciudad española remodelará sus piscinas y sólo se los podrá ver nadando a mayor profundidad. La medida está en conformidad con las nuevas disposiciones que entran en vigencia este año y que prohíben show de animales en los circos y nuevas normas para la tenencia responsable.
Se acaba el show de delfines en el zoológico de Barcelona. El recinto será remodelado el próximo año y está considerado un delfinario con más espacio para sus seis ejemplares, pero no habrá más show en vivo con espectadores en las graderías. La medida obedece a la coherencia que busca el municipio con la norma adoptada en octubre de 2013 por el gobierno catalán de prohibir los espectáculos con animales en los circos a partir de 2014.
El nuevo acápite que busca evitar los malos tratos y el sufrimiento animal, está contemplado dentro de la ley autonómica de protección de los animales y se espera entre en vigencia a partir de septiembre, pues cuenta con 80% de respaldo del parlamento catalán, ya que se trata de un compromiso preelectoral.
En la última década 99 municipios catalanes han ido prohibiendo el uso de animales en los circos, a los que ahora se sumará Barcelona. “Un país demuestra su nivel de civilización y cultura por el trato que le da a los animales”, señalaba un político a favor de la medida y -convencido de que los circos no necesitan a los animales para atraer público- citaba el ejemplo de Cirque du Soleil. Desde una ONG de defensa de los animales se argumentaba que en la sociedad “ya había una conciencia de que esta práctica está desfasada”.
EL ESTRÉS DEL CAUTIVERIO
En el nuevo recinto del zoo, cuya remodelación está prevista para 2017, los delfines tendrán piscinas de cinco metros de profundidad (1.5 metros más hondas que las actuales), y con un entorno que permitirá su visión subacuática. La orientación del zoológico busca dar mayor calidad de vida a los animales y está en concordancia con lo que el mayor entrenador de delfines ha intentado comunicar al mundo desde que dejó la actividad.
Ric O’Barry, quien capturó y entrenó a todos los delfines que ‘interpretaron’ a “Flipper” en la serie de TV, sabe por experiencia directa lo que el cautiverio hace a los mamíferos. Son animales con un oído extremadamente sensible y el estrés que les genera ‘el circo’ de las graderías’ de gente gritando en un show es altísimo. Ha denunciado lo que ocurre a espaldas del público: viven medicados constantemente porque hacen úlceras debido al estrés y mueren por esta causa.
Él dejó la fama y el dinero que le reportaba la serie cuando una de sus delfines, luego de despedirse, se sumergió en la bahía de entrenamiento donde se grababa la serie y se ahogó. Los delfines, a diferencia de los humanos, respiran a voluntad. Desde entonces O’Barry se ha dedicado a liberar a cuanto delfín ha podido.
Antes de la serie, los delfinarios prácticamente no existían, luego de “Flipper”, proliferaron y son en parte -y paradójicamente- culpables de la matanza de delfines que ocurre cada año en Taiji, Japón. La redada –que este año generó gran atención mediática por la petición de Yoyo Ono a sus compatriotas de abandonar esta práctica- se realiza para vender a delfinarios de todo el mundo los mejores ejemplares. El resto de los delfines van a la carnicería; se los consume como carne pese a su alto y nocivo contenido de mercurio.
El sangriento rito que cada año tiene lugar en el pequeño poblado de pescadores fue registrado de forma camuflada en el premiado documental “The Cove”, 2010, y ha sido motivo de persistentes denuncias y llamados a Japón para que le ponga fin. Ellos lo defienden como una costumbre ancestral.
RESPETO ANIMAL
Barcelona también ratificó a comienzos de este mes su veto a las corridas de toro, incluso aquellas ficticias y armadas para películas. “La prohibición es siempre y cuando estrese al animal”, han dicho sus promotores, aclarando que el espíritu antitaurino de la ciudad incluye prohibir todo tipo de espectáculos que impliquen poner la salud de los animales en riesgo.
Las corridas de toros se prohibieron en Cataluña en 2010 y la norma entró en vigencia en enero de 2012.
Respecto a los animales de compañía, las nuevas disposiciones establecen horarios máximos en que las mascotas pueden estar solas; los perros no podrán estar atados más de dos horas y solo una si es un cachorro, no se permitirá que vivan en vehículos o balcones y tampoco pasar más de 12 horas sin salir de la casa.
Las multas para los infractores van de 750 a 3 mil euros.
Por cierto, los perros deben salir siempre con correa –para evitar accidentes o que defequen sin que sus dueños se hagan responsables- y se espera que desde fines del verano europeo ya puedan viajar en metro, aunque no todavía en buses. También deberá esperar la propuesta que busca que las mascotas tengan un espacio para su recreación en playas durante la temporada estival.
¡Modelo de ciudad!
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