Más críticas que elogios logró la declaración final del encuentro que quería erigirse como borrador del acuerdo que debe firmarse en París en 2015. Para que éste último logre frenar el cambio climático, aún queda un largo camino que recorrer.
Luego de dos semanas de negociaciones y con sus últimas jornadas maratónicas para lograr consensuar un texto para la declaración final, la Cumbre de Lima dejó con gusto a poco. A todos. Por supuesto, a la mayoría de las organizaciones ecologistas y sociales, también a entidades como el Parlamento Europeo, impresiones de las cuales los medios se hecho eco; alguno tituló muy elocuentemente: “El clima, a la deriva”.
¿Pero cuánto se avanzó en el ‘borrador’ para lograr el acuerdo requerido para frenar las consecuencias del cambio climático que se debe firmar en Paris 2015? La propia declaración “La llamada a la Acción de Lima” señala que se dio “un paso”. En lo esencial, cada país deberá presentar su contribución en acciones “claras y cuantificables” a Naciones Unidas durante el primer trimestre de 2015.
Los países más perjudicados por el cambio climático se negaban a firmar la declaración si no había referencias a conceptos como mitigación, daños y pérdidas; circulaba la consigna “sin justicia no hay trato”. Por ello en el texto final se “invita” a los países desarrollados a que incluyan en sus compromisos cómo contribuirán a financiar las sequías, subidas del mar o pérdida de cosechas.
El Fondo Verde, el principal mecanismo de financiamiento multilateral para apoyar acciones contra el cambio climático en los países en desarrollo, cuya meta era alcanzar US$10 mil millones logró llegar a US$10.200 millones.
Además, se concretó una Declaración sobre Educación y Concientización que llama a los gobiernos a incluir el cambio climático en el currículum escolar y la “concientización climática” en los planes de desarrollo nacionales.
APENAS DECLARACIÓN DE INTENCIONES
Poco más salió de Lima. Algunos destacan que ya es un gran avance que hoy ningún país cuestiona su compromiso de actuar, a diferencia de lo que pasó en el Protocolo de Kioto. Cada cual lo hará dentro de sus capacidades y según el peso de sus emisiones. Los representantes del Parlamento Europeo en la cita señalaban que “el acuerdo alcanzado representa el mínimo común denominador más bajo”. Y que a pesar haber logrado algunos progresos, “aún quedan muchos obstáculos en el camino”.
Y es que de la fórmula jurídica que tendrá el futuro acuerdo, no se avanzó ni una coma.
Desde el mundo ecologista fueron más severos. “Los gobiernos fracasaron de manera crucial en un acuerdo sobre planes específicos para reducir las emisiones”, declaró Samantha Smith, de WWF.
Y más de un medio editorializó su negativa evaluación. De muestra un botón: “El documento, aprobado tras dos semanas de negociaciones y 25 horas de prórroga, es una nueva declaración de intenciones insuficiente para frenar el deshielo de los polos, la desertificación progresiva y otros problemas del efecto invernadero como la deforestación y la pérdida de la biodiversidad”.
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