Agricultor chileno gana demanda contra Monsanto

Pese a las cláusulas leoninas del contrato abusivo que firmó para sembrar maíz transgénico ‘Mon49′, José Pizarro logró ganar el litigio a la transnacional semillera, cuyas prácticas comerciales han dejado en la ruina a muchos agricultores en todo mundo.

Podría ser el primer agricultor latinoamericano en ganar una demanda contra Monsanto, pero con toda seguridad es el primer chileno en lograrlo. José Pizarro, 38 años, antes de firmar contrato con Monsanto/ANASAC y sembrar maíz transgénico Mon49 en la temporada 2009-2010, tenía casa, camioneta, tractor; pero los negocios con la mayor transnacional semillera y su socia chilena lo hicieron perder todo. Aunque luego algo ha recuperado, pues ganó el litigio en la Cámara de Comercio por incumplimiento de contrato.

La historia parte en Melipilla, cuando tras arrendar 33 hectáreas para sembrar –porque Montoya es un agricultor sin tierra-, firmó contrato con la filial de Monsanto para cultivar maíz transgénico destinado a la exportación. En nuestro país, no está aprobada la normativa que autoriza su consumo interno, gracias a la movilización ciudadana impulsada a través de redes sociales, desde ONGs que han hecho conciencia sobre los peligros que entrañan los cultivos modificados genéticamente. Pese a un par de intentos del gobierno por aprobar las dos leyes que le darían luz verde, a última hora se les ha quitado urgencia a su trámite en el Senado y están allí, en compás de espera.

LA SEMILLA DEL FUTURO

El agricultor no sabía lo que sembraba. En el contrato figura el nombre de  fantasía, Mon49, y sólo le dijeron que se trataba de la semilla del futuro. En el mismo queda establecido que ante diferencias, no podía querellarse en tribunales, sino en la Cámara de Comercio, situación muy desventajosa para los trabajadores del campo y que lleva a muchos afectados a desistir de demandar ante las malas prácticas comerciales que acostumbra Monsanto –ampliamente difundidas y que han llevado a la ruina a agricultores desde EE.UU. a India-.

Vendiendo sus pertenencias y con ayuda de amigos logró costear el arbitraje en la Cámara de Comercio, a la que en general sólo recurren las grandes empresas. “De partida tuve que pagar $700.000 para que me atendieran y luego $4.400.000 para financiar al juez. Puse una demanda por $218.000.000 y el juez finalmente falló en mi favor pero sólo saqué $37.000.000 que es muchísimo menos de todo lo que he perdido.”, cuenta en el sitio web de una activista del movimiento Yo no quiero transgénicos y de la Red de Acción en Plaguicidas.

Explica que no recibió las instrucciones adecuadas para la siembra y por ello la producción fue mala. Cosechó 106.780 kilos de maíz, pero la selección realizada en una procesadora de acuerdo a los estándares de Monsanto sólo aprobó 38.509 kilos.

La sentencia, confirmada por la Corte de Apelaciones de Santiago e inapelable, estableció que la empresa tuvo un “incumplimiento contractual negligente” a su obligación de supervisar técnicamente la siembra, dando estricto cumplimiento a las instrucciones del fabricante de la semilla, Monsanto.

LOS ‘REGALOS’ DE MONSANTO

José Pizarro cultivaba hortalizas, hasta que llegó Monsanto y le dijo que por satélite habían visto que esas tierras servían para cultivar Mon49, por la ausencia de cultivos de maíz tradicional cerca. El primer año, 2008, le regalaron la semilla, el herbicida Roundup y hasta el arriendo del predio, él sólo tuvo que comprar los abonos.  Le ofrecieron 3 millones de pesos por hectárea. En 2009, también recibió ‘gratis’ la semilla, “pero el veneno lo compré yo”, dice refiriéndose al herbicida de triste fama.

A pesar de tener la maquinaria para sembrar, lo obligaron a comprar las de ellos –“eso fue un gasto enorme”, añade-. Ese año, Monsanto compró la división maíz y soya de ANASAC. A agricultores como Pizarro les llegó entonces una notificación que indicaba que en adelante debían seguir las instrucciones de AnasacChile, o sea Monsanto. Sin embargo, para efectos legales, el conducto seguía siendo ANASAC SA. Artilugio que evitaba a Monsanto aparecer en controversias judiciales.

Ahora Pizarro se querellará contra el Servicio Agrícola y Ganadero, SAG, que está a cargo de supervisar ciertos detalles de los transgénicos, como que no haya cultivos tradicionales cerca y que la siembra se haga de acuerdo a las instrucciones del fabricante, para que luego la semilla pase los controles biosanitarios. Según el agricultor, la entidad es cómplice de la empresa pues adulteró las certificaciones. “Esa semilla no se podía exportar a ninguna parte, porque no cumplía con (normas de) bioseguridad”.

El afectado señaló que recién ahora está enterándose de lo que significa un transgénico y que no se lo recomienda a nadie: “prefieran lo orgánico”, alerta. Y cuenta que cuando cosechaba el Mon49 le llamaba la atención que en las cercanías aparecían muchos ratoncitos muertos por comer maíz y lo informó a Monsanto, pero le señalaban que el producto cumplía con todas las normas sanitarias.

Cuando un vecino de Pizarro sembró maíz convencional, el agrónomo a cargo de la supervisión le dijo que le tirara Roundap, herbicida que mata todo, excepto los transgénicos, en un ejemplo de las prácticas que sigue Monsanto.