Los problemas de seguridad alimentaria: contaminación de carnes, leche e incluso arroz, han empujado a la clase media más pudiente de esa nación al mercado “verde”. Pero ¿qué tan ecológica puede ser la producción en el gigante asiático, cuyas aguas, tierras y aire son de los más contaminados del mundo?
Los alimentos orgánicos, aunque de mayor valor, están transformándose en una alternativa para China, donde la seguridad alimentaria es un tema, luego de una serie de escándalos de la industria alimentaria: carne de rata vendida como cordero, el más reciente; cerdo con bacterias y medicamentos, pan coloreado con químicos, leche tóxica (murieron tres bebés y 300.000 enfermaron), arroz con metales pesados, figuran en el historial.
Se habla ya de un “boom” ecológico en el país más poblado del mundo -1.300 millones de habitantes- y una creciente clase media con poder adquisitivo para comprar productos más caros. Para tranquilizar a su población en 2009 el gobierno promulgó una ley de seguridad alimentaria, pero recurrentes casos de contaminación hacen dudar a los consumidores.
“Son personas con altos ingresos y mayor conciencia de su salud”, señala el vicedecano de Ciencias Agrarias de la Universidad Popular de Pekín, que estima en 100 millones de personas este mercado. En 2011 los productores ecológicos facturaron 791 millones de euros, con apenas un 0.4% de la superficie agrícola total china: 2 millones de hectáreas certificadas, según cifras de la Federación Internacional de los Movimientos de Agricultura Ecológica (IFOAM).
EL TÉ, EL PRIMERO
La agricultora orgánica en China comenzó a fines de los años 80 y su primer producto certificado (por una entidad holandesa) fue té, destinado a exportación a Europa en 1990. Y la primera agencia certificadora china se estableció en 1994, China Organic Food Development Center (OFDC).
Para 2007 había 2.500 productores orgánicos certificados y unos 100 mil agricultores individuales. Ahora se estima que la industria de alimentos verdes en Asia, en los próximos 10 años, se incrementará entre un 30 y 50%. Ya existen unas 7 mil empresas del rubro, según la asociación de “Green Food”.
Una investigación sobre estilos de vida y consumo de 2011, dice que en China el 80% de la población urbana está dispuesta a pagar más por productos orgánicos. Los principales consumos son leche fresca (37% de población urbana), aceite (35%), carne de cerdo (33%), carne de vacuno (26%) y pollo (26%). El canal de compra mayoritario es el supermercado (75%).
En julio de 2012 una nueva normativa de certificación entró en vigencia y todos los productos deben etiquetarse con un sello orgánico de la Administración Nacional de Certificación (CNCA). Además obliga a que los productos orgánicos extranjeros deben ser re-certificados con su entidad fiscalizadora.
AIRE, AGUA Y TIERRA: ‘Casi ecológico’
Pese a ello, la entrada de los orgánicos en el mercado tampoco fue fácil debido al escepticismo de los consumidores: “tuvimos que convencer lentamente a los clientes”, señala una comerciante. Y las dudas siempre persisten. Los más ricos pueden ir directo a las granjas, sacar la verdura o fruta y comprobar la calidad.
No obstante, la situación de contaminación de China –de los países más comprometidos en distintos frentes a nivel mundial- no se puede eliminar mágicamente. «El problema principal no es la contaminación del aire, sino la tierra y el agua, fuertemente afectados», dice la autoridad universitaria.
A comienzos de 2013, un informe del Ministerio de Recursos Hidráulicos concluye que el 97% de las aguas subterráneas de las zonas urbanas están contaminadas, principalmente por metales pesados. Y hace sólo unos días el viceministro de la Tierra y los Recursos Naturales reconoció que el país tiene 3.3 millones de hectáreas demasiado contaminadas para cultivar, y que ya se invierten millones en intentar rehabilitar terrenos y cauces de agua. Según la FAO (agencia para la Alimentación y Agricultura de Naciones Unidas) el gigante asiático tiene apenas un 12% de todo su terreno apto para cultivos.
Para que hablar de la contaminación del aire a causa de la calefacción a carbón, que se usa en el país durante los fríos inviernos. Las imágenes de ciudades enteras borradas por el gris del humo inundan los medios del mundo.
Así las cosas, quienes pueden pagar la comida orgánica en China, en realidad sólo consumen productos ‘casi ecológicos’, pues no usan químicos ni pesticidas, pero ¿cómo escapar a su contaminación global? Ni siquiera las autoridades estatales pueden, pese a la granja ecológica que tienen en exclusiva para el Palacio Imperial en Pekín, según dicen los rumores.
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