Hay que bajar las emisiones de gases efecto invernadero entre un 40 a 70% al año 2050 para mantenernos por bajo los 2°C de calentamiento medio de la Tierra y al año 2100 hay que llegar a cero. Pese al sombrío panorama, afirman que la solución está al alcance y que sólo hace falta voluntad política.
“Los líderes deben actuar. El tiempo no está de nuestro lado” dijo Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU. El presidente del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, IPCC, Rajendra Pachauri, intentó ser positivo: “tenemos los medios… las soluciones son muchas y permiten el desarrollo económico humano. Todo lo que necesitamos es voluntad de cambio”, dijo antes de presentar ayer, en Copenhague, el Informe de Síntesis que operará como “hoja de ruta” de los jefes de estado para alcanzar un acuerdo que revierta el cambio climático.
“No los envidio. Su tarea es formidable”, señaló y les sugirió evitar ser presa de la desesperanza de que no hay remedio. “El informe muestra que las soluciones están a la mano. Avances enormes se están realizando en fuentes alternativas de energía limpia; hay mucho que hacer para usar la energía de manera más eficiente… la reducción y, finalmente, la eliminación de la deforestación, proporciona otras modalidades de acción”, esbozó.
Y es que según los expertos, queda poco tiempo “antes de que la ventana de la oportunidad de permanecer en el margen de los 2°C de calentamiento (de temperatura media de la Tierra) se cierre”. Por sobre aquella cifra las consecuencias serían devastadoras. El compendio expresa con mayor certidumbre que anteriores evaluaciones, que el cambio climático se constata en todo el mundo y el calentamiento es inequívoco: “la atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de dióxido de carbono han aumentado hasta niveles sin precedentes desde hace, por lo menos, 800.000 años”, sintetizó Thomas Stocker, de uno de los grupos de trabajo del IPCC.
La causa del fenómeno, que se ha intensificado desde mediados del siglo XX, es clara: el hombre, que ha disparado las emisiones de gases efecto invernadero, entre otras causas del mismo origen. “Cuanto mayor sea la perturbación de la actividad humana sobre el clima, mayores serán los riegos”, se señala. Y los más vulnerables son las personas y países más pobres, por su limitada capacidad para afrontarlos y, que paradójicamente, son quienes menos han contribuido al cambio climático.
RESPUESTAS COLECTIVAS
Pero sólo se alcanzarán resultados positivos con respuestas colectivas y cooperación internacional, señalan los científicos de IPCC. La adaptación al cambio climático que se hace sentir en todo el planeta –crisis hídrica, prolongadas sequías, eventos climáticos extremos- es clave, pero insuficiente por sí misma. Hay que frenar las emisiones sí o sí. De retrasarse las medidas para ello al 2030, aumentarán considerablemente los retos económicos, sociales y tecnológicos.
“Para tener buenas posibilidades de permanecer por debajo de los 2 ºC a costos razonables, deberíamos reducir las emisiones entre un 40 y un 70% a nivel mundial entre 2010 y 2050, y disminuirlas hasta un nivel nulo o negativo en 2100. Tenemos la oportunidad, y la elección está en nuestras manos”, resumió Pachauri.
Esta síntesis incluye los tres informes precedentes; Bases físicas (septiembre 2013); Impactos, adaptación y vulnerabilidad (marzo 2014) y Mitigación del Cambio Climático (abril 2014), con las conclusiones de más de 830 científicos de 80 países y la evaluación de más de 30 mil informes científicos. Este quinto informe es el resultado de una ambiciosa tarea colectiva asignada hace 6 años, para la instancia creada en 1988 por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización Meteorológica Mundial.
Según sus responsables, hay “justificadas expectativas” de que se convierta en “un nuevo punto de referencia con solidez científica”. Pero la prueba de fuego la tendrá en París 2015, cuando con él en las manos, los gobernantes decidan un nuevo pacto global, que reemplace al Protocolo de Kioto.
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