Tras años de cuestionamientos, el viernes pasado la Agencia para la Investigación del Cáncer lo incluyó en su lista 2A de “probable carcinógeno”. Lo anterior no significa prohibición, pero quizá ponga freno al más popular de los plaguicidas para tratar cultivos transgénicos y comúnmente utilizado para “matar” malezas en los jardines.
‘Roundup’, el herbicida más utilizado en el mundo y creado por la compañía Monsanto para sus cultivos transgénicos, “probablemente” causa cáncer en seres humanos. La Agencia para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), entidad de la Organización Mundial de la Salud, (OMS), decidió incluirlo en la lista del Grupo 2A (el Grupo 1 corresponde a carcinógeno) el viernes pasado, tras años de cuestionamientos. Y aunque la medida no impone ninguna prohibición, si es una voz de alerta.
Basados en diversos estudios, diecisiete expertos de 11 países evaluaron la incidencia de cáncer debido a plaguicidas, entre ellos el glifosato, agente activo de ‘Roundup’. Los detalles de él serán incluidos en el Volumen 112 de las monografías de IARC, pero un resumen de dicha evaluación fue publicado por la revista The Lancet Oncology, la que señala: “El glifosato se ha detectado en el aire durante la pulverización, en agua y en los alimentos. Hubo pruebas limitadas en humanos para la carcinogenicidad de glifosato. Estudios (desde 2001) de casos expuestos en los EE.UU., Canadá y Suecia reportaron un aumento en los riesgos para el linfoma no Hodgkin”.
Según el reporte, en ratones el glifosato indujo incidencia positiva de tumores en el tubo renal, páncreas, piel y vasos sanguíneos (hemangiosarcoma), además de inducir estrés oxidativo. En los trabajadores agrícolas, el glifosato se ha detectado en su sangre y orina “lo que indica una absorción” y también en el metabolismo intestinal humano, luego de intoxicaciones. Se afirma que el glifosato, como las formulaciones que lo incluyen “indujo daños en el ADN y los cromosomas en mamíferos, en células humanas y de animales in vitro”. Finalmente, el grupo de trabajo lo clasifica como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”.
Monsanto, la transnacional más importante de semillas transgénicas, protagonista de polémicas en el mundo entero por las disputas con campesinos arruinados por sus cultivos y también a raíz de los cuestionamientos a la seguridad de los organismos genéticamente modificados, a través de un comunicado señaló: “Queremos ser claros: todos los usos de glifosato incluidos en la etiqueta son seguros para la salud humana”. Menciona una serie de estudios no considerados por IARC, y terminan señalando que emitieron una petición urgente para reunirse con la agencia de la OMS.
Según afirma IARC, el glifosato es hoy en día el herbicida sistémico (se absorbe por hojas, tallos y de ahí a las raíces) que tiene mayores volúmenes de producción y es utilizado en más 750 productos diferentes para actividades agrícolas, forestales, urbanas y para el hogar. Creado para tratar cultivos de soya, algodón y maíz transgénicos –modificados también para resistir su acción- hoy ha derivado en usos tan cotidianos como controlar las malezas del jardín. Su gracia es que mata todo.
La postura científica al respecto, ha estado dividida. En EE.UU., la FDA, que también aprobó los transgénico como seguros (el documental “El mundo según Monsanto” demuestra que sin pruebas científicas suficientes), lo considera de bajo riesgo para la población. Aunque el debate respecto al herbicida como a los OGM, nunca se ha zanjado. El año pasado Vermont aprobó la primera ley del país que obliga a identificar en las etiquetas los alimentos modificados genéticamente.
En Argentina –el mayor productor de soya transgénica del mundo-, hay zonas rurales que llevan más de una década demandando su derecho a vivir en un ambiente libre de fumigaciones tóxicas. La batalla de las madres de Ituzaingó, en las afueras de Córdoba, es emblemática: 33% del barrio tiene cáncer y el resto presenta tumores debidos a plaguicidas.